Dollhouse.

Seis.

Me levanté a las diez y mis invitados deberían llegar a las doce de la tarde, por lo tanto preparé todo, sonreí al ver la decoración.

Los amigos de mi hermano no estaban, mis padres habían salido a una cena romántica, cuando estaba preguntándome por mi hermano apareció con sólo calzoncillos y un cigarrillo en la boca, con el ceño fruncido y el cabello revuelto.

──¡Hola! ──Sonreí tranquilamente.

──¿Por qué mierda hay tanto rosa, joder?

──Hay violeta también, hermano. ──Le entregue un globo color violeta que él tiró a la mierda.

Caminó hacía la cocina, movió algunas cosas y desapareció por las escaleras.

Me encogí de hombros y esperé a mis amigos.

Una hora pasaba y nadie llegó, pensé que quizás mis invitaciones se les desaparecieron.

Lo que sea.

Dos horas después apareció mi hermano y ni se despidió y se fue, dejándome completamente sola.

Quizás decir que irían a mi fiesta era una cruel broma para mí.

Sonreí.

¿porqué puse tanto amor a mi letra cursiva?

Lo que sea, lo que sea.

Me levanté con ganas de llorar miré mi pastel, eso sifnifica que quedará más pastel para mi por siempre, por siempre.

Empecé a destrozar todo, el dolor, la rabia, la soledad. Mis ositos les saque las cabezas, las tiré, odié todo.

Debajo del sofá había unos de los cigarrillos de mi hermano y lo encendí con la mismas velas que deseo que incendien esté lugar.

Ahora estoy riendo y llorando, estoy muriendo, con lágrimas en los ojos contemple todo, el pastel, los globos, las pequeñas galletas que tenia, grité, grité sacando todo lo malo dentro mío todos esos sentimientos recluidos en mi interior, mostrar buena cara en malos momentos, nadie me advirtió que dolería más de lo que planeaba.

Estoy consumida en ese infierno que me abraza.

Cuando dije que podía llevarme bien con Amelie, reí por aquella idiotez de mi parte, tengo que lavarme la boca con jabón.

Cuando llegó mi hermano con sus amigos detrás de él me vio a mí con mi vestido rasgado, con los dos pies arriba del sillón, supongo que con mi maquillaje corrido y con un cigarrillo de marihuana en los labios riendo del dolor de mi corazón, se acercó a mí lentamente.

──Estoy muriendo, hermano. ──Susurre con la voz ronca de tanto gritar y destrozar, sentía mis manos pegajosas por tirar pedazos de pastel en toda la casa, las cortinas estaban quemadas un poco.

──Hermanita... ──Dijo con pena. Odio cuando me miran así.

──¿Explícame porque diablos nadie vino?

Él se quedó en silencio, sus amigos entraron igual de sorprendidos que él, de fondo pude ver al chico lindo que me llamó bebé llorón.

Maldito idiota.

Estaba riendo.