Capítulo 3

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—Espero que se sientan cómodos, señores —continuó Hiker, estando nosotros aún en completa oscuridad—, aunque me sorprende que los de Omega  no enviaran a agentes más... Entrenados.

Mark protestó, gritando tan fuerte que casi nos rompe los tímpanos. Si hay algo que le molestaba, era que lo subestimaran. Pero sobre todo, que le recordaran su incómodo pasado en la empresa.

—Felicitaciones señor Mark, ha pasado con satisfactorios resultados las pruebas de ingreso planteadas —dijo Blake, no tan anciano en aquel momento y, según me contó Mark, con algunos mechones de cabello en las patillas y la nuca. Los plateados cabellos le otorgaban un aire de mayor seriedad.

—Gracias señor Blake. Prometo que no lo defraudaré —respondió con emoción mi amigo, de quince años, la misma edad que yo actualmente.

—Confiamos en usted señor Mark: la multinacional a la que ya pertenece, y por supuesto, yo.

—No lo defraudaré —repitió innecesariamente.

—Bienvenido, agente. Iniciará en el puesto de menor rango, y ya veremos si merece, como dicen los jóvenes de ahora, levelear, a una mayor categoría.

Mark rio disimuladamente por lo extraño de aquella palabra en boca de tan lacónico hombre.

—Ahora por favor diríjase al pabellón perteneciente a su nivel, señor —respondió Blake, recuperando sobriedad—, ahí se le otorgarán los implementos necesarios para que desempeñe su labor.

—Sí, señor.

Y se retiró.

Pero las cosas no fueron tan alegres. El hombre de mayor rango en el Sector Alfa, en ese entonces un risueño pero apto Horn, lo recibió de la peor manera. 

—¿Así que tú eres Mark, el nuevo?

—Sí, señor. Y supongo que usted es el señor Horn.

—En efecto, niño. Y tienes que aprender cómo son las cosas aquí. Yo mando, yo dirijo, yo dijo y ustedes hacen. ¿Entendido?

—S-sí, señor —titubeó el pobre de Mark.

—Entonces, ponte a limpiar mis armas —indicó Horn.

—S-Señor, el señor Blake me dijo que usted me daría lo que yo nece...

—Los implementos necesarios para que desempeñes tu labor, ¿no es así? Pues me vale una...

—¿Señor Horn? Le dije que se comportara correctamente con el joven Mark —aseveró Blake, entrando justo a tiempo para detener una inofensiva grosería. Y un agresivo golpe al novato.

—D-Disculpe señor Blake. No se repetirá —prometió Horn, con una temerosa e hipócrita sonrisa.

—Eso es lo que espero, señor Horn.

Y se retiró. 

Más tarde, luego de haber limpiado todas las armas de todo el escuadrón como desquite de Horn hacia Mark, este último cayó rendido al piso, incapaz de limpiar siquiera un arma más. Estaba completamente exhausto. Iba a quedarse dormido en el dfrío y blanco suelo, cuando...

—¿Ya terminaste con eso? Ahora continúa con los uniformes: plánchalos, dóblalos, y ordénalos en los cajones.

La ira de Mark luego de ello, fue incrementando, e incrementando día a día. Hasta que uno de esos momentos donde el Sol brilla más, Horn fue ascendido al siguiente nivel: Beta.

Mark, rebosante de alegría, pudo al fin esforzarse al máximo en incrementar sus habilidades y no en limpiar armas. Me conoció en ese año. Le caí bien porque, según él, le recordaba al pequeño Mark, débil, y propenso a ser influenciado.

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