Asentí acomodando mejor mis libros.
—Sip, ese es mi nombre —hablé con una sonrisa de boca cerrada —. Lo siento, pero tengo clase.
Lo rodeé y seguí mi camino tranquilamente hasta que sentí una presencia al lado mío.
—Espera, ¿qué...? —parecía confundido.
No paré de caminar porque sino llegaría tarde a la aburrida clase de historia asiática.
—¿Qué de qué? —murmuré desinteresadamente intentando que el equipo de fútbol no me aplaste contra los casilleros como una mosca en un parabrisas.
—¿Estas bromeando?
Su tono de voz, que parecía un poco fastidiado, hizo que lo mire con atención por primera vez.
Levanté una ceja.
—¿Bromeando? ¿Acaso dije un chiste?
Sus ojos verdes —los cuales seguían siendo igual de hermosos que aquella noche— se entornaron en mi dirección. Pude ver de reojo como algunas chicas nos miraban, y debo aclarar que no era en ninguna bonita forma.
—Abby.
—Will —intenté no reírme ya que su rostro no dejaba ver nada de humor —. Creo que ya ambos sabemos el nombre del otro. ¿Otro juego?
Le estaba tomando el pelo. Estaba haciendo lo mismo que le hacía a mi hermano cuando quería salirme con la mía.
—¿Eh...? —sacudió la cabeza, como si intentara aclarar sus pensamientos — ¿Que haces?
—Voy a mi clase —lo miré como si fuera obvio.
Entrecerró sus lindo ojos.
—No me refería a eso, Abby.
—¿Entonces a qué?
Quería reír hasta llorar. La cara del chico demostraba que ya no tenía mucha paciencia. Solo debía aguantar un poco más y yo saldría de aquello libremente.
—Estás jugando conmigo —era un confirmación.
—De hecho, estoy hablando contigo...
Will soltó una palabrota en voz medianamente alta. Se revolvió el cabello con una de sus manos y dio un paso hacia atrás.
—Olvídalo —negó con la cabeza, dio media vuelta y se marchó.
Reír mientras seguía caminando.
Abby 1. Will -1.
Escuchar hablar al profesor Emerson era igual a escuchar la historia de un anciano. Sin intención de ofender a los ancianos.
No odiaba al señor Emerson, todo lo contrario, creía que era un hombre de avanzada edad apasionado de la historia y con el deseo de ser que sus alumnos amen su materia como él. Pero a nadie le interesaba que sucedió con los asiáticos tres siglos atrás. Ni siquiera a mi compañero asiático, Haruki Nakano.
Mi cabeza casi choca contra la mesa al escuchar la campana sonar. Lo único que me alegraba era que tendría arte, una clase en la cual era libre de escuchar aburridas explicaciones de los profesores por dos horas.
Salí del salón siguiendo el tumulto de gente. Todos estaban igual de dormidos que yo. Hasta pude ver que uno tenía baba seca en su mejillas. Diuj.
Al llegar a mi siguiente clase, me ubique en la última fila como siempre. No se debía al hecho de que no quería que la profesora me tenga a primera vista, sino para que nadie tenga la desafortunada ocasión de admirar mi cuadro, porque no, yo era pésima en arte. Un día tuvimos que pintar un frutero con naranjas, bananas, manzanas y uvas. Las manzanas terminaron siendo peras —o algo parecido—, las bananas parecían media lunas amarillas y las uvas puntos negros ya que había mezclado más el color.
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Un Caso Perdido© (Cancelada)
HumorUna historia donde el cliché esta mezclado con la realidad, y el humor y la amistad están siempre presentes. La vida de Abby se vuelve patas arriba gracias a un sexy chico, dos mejores amigas y una familia con más de un tornillo salido. En teoría...