Capítulo cinco: «Tarjeta V»

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Te mintió —dijo Anne a través del teléfono.

—¿Por qué? —pregunté con el ceño fruncido mientras acomodaba mejor el libro que leía, antes de que mi amiga me interrumpa, sobre mi estómago.

Ay, inocente y tonta Abby —suspiró teatralmente —, mi hermano hace esto, manipula a las personas para que hagan lo que él quiere.

—Pero dijo que sería una salida de amigos... —fruncí el ceño.

¡Por amor a Louis Vuitton! William no sabe lo que es ser un amigo con una chica. Ni siquiera sabe cómo ser hermano de una.

Fruncí aún más el ceño. ¿Louis Vuitton? ¿Era un santo nuevo o algo así?

—¿Y qué hago? —pregunté.

—Ignoralo —se quedó callada un momento —. No. No lo ignores, eso lo empeorará todo. Solo... sal con él y si intenta hacer algo (que es lo más seguro) golpealo en la entrepierna y una cachetada de mi parte, el maldito me debe veinte dólares.

—¿Y si no?

¡Piensa algo, Abby! —gritó haciendo que apartara el teléfono de mi oreja e hiciera una mueca. Escuché una puerta abrirse y palabras inentendibles del otro lado de la línea —. No te voy a pasar su numero, cavernicola sexual.

¿Le preguntaste si ella quiere que me lo pases? —escuché que preguntó Will a mi amiga.

Entrecerré mi ojos hacia la nada.

¡Es obvio que no lo quiere! A mi no me engañas...

Se escuchó un intercambio de palabrotas y como si algo pesado se hubiera caído al suelo y luego el que estaba al otro lado de la línea era mi nuevo amigo.

¿Tu querrías pasarme tu número, rubia?

Reí al escuchar a Anne maldecir.

—¿Me mandarás mensajes obscenos y molestos? —inquerí.

Will soltó una fuerte carcajada.

No, si eso es lo que quieres.

Rodé los ojos.

—Bien, es el mismo número que Anne pero termina en 5689.

Hablamos luego, rubia —más ruidos, gritos, portazos y mi amiga volvió a tener el mando del teléfono —. Lo hiciste.

—No es tan malo como creí o hiciste pensar que sería —me excuse —. Tal vez sea un buen amigo...

—Abby, esto es solo el inicio del fin.

—¡ABBY, TU PAPÁ QUIERE QUE LO AYUDES! —gritó mi madre desde, seguro, su habitación.

—Mi fin es mi madre, Anne —solté un suspiro —. Nos vemos mañana.

—Suerte, amiga. Adiós.

Colgué y dejé el teléfono en forma de hamburguesa en su lugar. ¿Qué? Fue un regalo de mi hermano para mis catorce años, en ese tiempo estaba de moda.

Fui a la habitación de mi madre justo cuando volvía a gritar mi nombre.

—No estoy sorda, mamá —dije riendo.

—Tu papá quiere tu ayuda en el garaje —dijo sin apartar sus ojos de la televisión frente a ella.

—Y eso lo sabes porque...

—Me mandó un WhatsApp —dijo levantando su celular.

—Ajá —me apoyé en el marco de la puerta —. ¿No extrañan las palomas mensajeras?

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⏰ Última actualización: Apr 11, 2016 ⏰

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Un Caso Perdido© (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora