Una vez que llegué a mi casa, me tiré en el sofá, donde estaba mi hermano y mi madre sentados mirando la televisión sin sonido. Yo copié su acción.
—¿Qué tal es colegio, cariño? —preguntó mi madre con voz de viva/muerta. Bueno, se veía como una.
—Mal. ¿Qué tal la universidad, Bas? —pregunté sin ánimos.
—Mal.
—Me alegro por ustedes chicos —dijo nuestra madre.
Nos quedamos así por diez minutos más o menos, mirando la película antigua que pasaban en la televisión, pero sin volumen. Ya descansada del ruido constante de la mañana, miré a mi madre, curiosa.
—Ma, ¿cómo se puede rechazar a un chico y que te deje en paz? —pregunté, pero algo en mí se activó cuando sus ojos se agrandaron y una sonrisa como el gato de Alicia en el País de las Maravillas se apoderó de su bonito rostro. Pude visualizar a la perfección una sirena roja y chillando en mi cabeza.
Mierda. Tendría que haberle preguntado a Sebastián, él es un experto en espantar seres vivos.
—¿Un chico te invitó a salir? —chilló como su le hubiesen dicho que había una poción rejuvenecedora — ¿Quién es? ¿Cómo se llama? ¿Es guapo?
—¿Eh? ¿Un chico, Abby? —preguntó mi hermano con ojos casi saliéndose de sus órbitas y rojo como un semáforo.
Ah, claro, también debía preguntarlo delante de él. Bravo, Abby, realmente inteligente.
Solté un suspiro e ignoré a Sebastián.
—Es William, el hermano de Anne —le conté a mi madre. ¿Qué más podía perder?
—Ese chico es un encanto —dijo con entusiasmo.
Evelyn y Karen, mi madre, eran muy buenas amigas, al igual ellas dos con la madre de Hailey.
—Eh, si, claro —murmuré por lo bajo —. Mejor olvidalo.
Estaba por levantarme, pero mi progenitora me tomó del brazo y me tiró otra vez contra el sofá y haciendo que clave mi codo en el estómago de Bas.
—Uy —se quejó con voz ahogada e inclinándose hacia delante.
—Lo lamento, Bas —sonreí inocente cuando me lanzó una mirada fulminante.
—Escucha, cariño —dirigí mis ojos hacia mi madre, que parecía estar enérgica de golpe —, lo que te voy a decir quiero que lo entiendas y lo comprendas con profundidad.
Asentí con la cabeza, espantada de que me suelta la charla de sexo. Ya fue demasiado las cuatro veces que lo hizo en el años pasado, si lo volvía a hacer, vomitaría mi hígado.
—Quiero nietos —declaró haciendo que Sebastián y yo la miremos asustados, pero mi madre siguió con su fachada de seriedad —, y ya he perdido la esperanza con tu hermano, así que me quedas tú, Abby.
—Oye —se quejó Bas antes de levantarse y dirigirse hacia las escaleras con pasos fuertes e indignados —, yo al menos ya no soy virgen.
—Como decía —continuó la mujer frente mío —, para tener nietos, tenes que tener novio.
Levanté mis cejas y miré a mi alrededor extrañada hasta volver mis ojos hacia ella.
—Tengo dieciséis aún, mamá.
—Pero no para siempre —sonrió —, y tienes que ir preparandote.
Me quedé en silencio, sin saber que decir. ¿Qué diablos estaba pasando con mi familia? Ya sabía que todos estaban dementes, hasta tenía una tía abuela en el psiquiátrico —de hecho, debía ir a visitarla— pero mi madre ya pasó los límites.
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Un Caso Perdido© (Cancelada)
HumorUna historia donde el cliché esta mezclado con la realidad, y el humor y la amistad están siempre presentes. La vida de Abby se vuelve patas arriba gracias a un sexy chico, dos mejores amigas y una familia con más de un tornillo salido. En teoría...