Epílogo

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Desde la ausencia de Jogfa, no he parado de llorar.

Su madre me habló y me entregó un par de papeles. Al principio opté por tirarlos a la basura, pero recordé que amaba la poesía y que esos eran algunos de los que había escrito.

De entre todos, uno llamó mi atención. Al parecer trató de quemarlo, pero no resultó.

Algunas letras aún eran legibles y comencé a leerlo:

De que me sirve vivir,
De que me sirve seguir,
De que me sirve todo,
ya no estás aquí.

Tu voz me asesina,
Tu sonrisa me enamora,
Tus ojos me matan,
Tu recuerdo me enloquece.

La vida es difícil,
Y conmigo más,
Por eso espero morir,
Y dejar de existir.

Mi último adiós,
Es para ti,
Espero y estés bien,
Porque nunca te abandonaré.

A partir de aquí, el fuego quemó la hoja.

Me llevo un recuerdo triste de él, un sentimiento de amor que no podía esconder, pero ahora sé que todo estará bien.

Regreso a mi hogar, mi madre me da un beso en la mejilla y las lágrimas comienzan a salir.

Te amo, Jogfa.

Delirios de un poetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora