Minha

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Derrame lagrimas hasta que ya no me quedaron. La muerte de mi padre me traía varios dolores y pesares. Uno la pérdida del único ser en este mundo cruel que me amaba sinceramente. Dos el dejarme en manos de Rowena Milevich, su última esposa y mi mayor pesadilla. Esa mujer me odiaba por ser diferente. Siempre sentí que nací en la época equivocada. No me interesaban los vestidos ajustados y ostentosos. No me interesaban las joyas y la última moda. Vestía con ropa que casi siempre hacia yo misma. Vestidos que parecían de una época pasada. No sabía de dónde salían las imágenes de mi mente pero mi ropa era rara. La llamaban gótica. Yo la llamaba mía. Nuestra mansión estaba en los terrenos del acantilado. Amaba sentarme en ese borde peligroso dejando que el viento azote mi cabello. Sin embargo no sentía miedo. Era como si supiera que una fuerza me estaba protegiendo en la oscuridad. Una fuerza que venía de un hombre que había visto solo una vez cuando era pequeña y sin saber cómo ni porque siempre supe que él era el amor de mi vida. Que yo le pertenecía. Su nombre era Velkan Evanov. Y no lo había vuelto a ver. Rowena toco mi puerta impaciente y la abrió sin esperar permiso.

_ todos están esperando en la cripta_ dijo molesta. Tenía un entallado traje Chanel negro y un sombrero elegante. Ese era su luto. Lujoso. Me miro con desagrado.

_ no pensaras salir así_ me dice señalando mi vestido. Era blanco con encajes hasta los tobillos y estaba descalza. La ignore. Mi madre amaba que fuera yo misma. Y mi padre decía que era mi marca personal lamentablemente en pocos años los había perdido a los dos. Salí de la habitación tal como estaba y ella se me adelanto furiosa cortando con sus tacones el mármol blanco.

Salí al jardín y me dirigí directo a la cripta. La gente me miro con lastima al entrar. Con 17 años había perdido a toda mi familia y quedaba en manos de una mujer sin corazón y consumida por la codicia.

Me senté junto al féretro de mi padre y no preste atención a nada excepto su expresión de paz. Me olvide del mundo dejando que mis lágrimas de tristeza corrieran. Toda la gente en el funeral era extraña. Palidos como muertos. Al ser instruida en casa nunca me fije en como eran los demas. Casi no miraba television, internet no me interesaba. Solo me refugiaba en mis libros. Eran todo lo que me quedaba. Ellos y mi recuerdo de Velkan...

Cuando todos se estaban levantando lo vi. Parado a un costado del féretro de mi padre. Velkan. Estaba exactamente igual a cuando lo vi a los cinco años y eso era imposible porque había pasado demasiado tiempo. Su rostro era el mismo. Sus ojos de ese profundo azul incandescente. Nos miramos el uno al otro largo tiempo hasta que Rowena interrumpió.

_ Velkan señor que honor que este en el funeral de mi esposo_ dijo ella y se le acerco a abrazarlo con demasiada familiaridad. El no respondió solo se quedo mirándome. Entonces me levante y corrí. Corrí al acantilado sintiendo mis lagrimas quemar en mi pecho y ahogar mi garganta. Corrí sintiendo que mi vida estaba terminada. Corrí para morir. Y encontré la eternidad.




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