¿Quién eres tu?

11 2 0
                                    

Uno, dos, uno, dos, vamos sigue caminando, izquierda, derecha, izquierda, derecha.

- Vamos tu puedes Mel – me digo a mi misma para darme ánimos a seguir, llevo días caminando sin parar, solo paro para dormir pero son solo unas horas por que los zombis a parecen y tengo que seguir caminando, pero estoy a punto de dejarme caer, los pies me sangran de tanto caminar, mi pierna parece que está infectada, huele mal y me duele mucho o tal vez me estoy convirtiendo, eso sería más probable porque también tengo visiones, mareos y vomito cuando no he comido más que frutos y nueces del bosque, pero lo descarto de inmediato porque si me hubiera infectado la sangre de ese zombi ya estuviera pudriéndome como ellos o algo parecido así que al menos en ese aspecto estoy tranquila.

- Demonios – maldigo por lo bajo cuando caigo de rodillas por otro mareo, pero me paro rápido aunque eso me cueste más dolor por parte de mi pierna, pero no puedo parar detrás de mi hay una docena de zombis que quieren comerme y con esta pierna es difícil escapar de ellos cada vez están más cerca de mí, tan cerca que hasta puedo oler la carne putrefacta y sangre de sus cuerpos asquerosos, nada más pienso eso y una oleada de nauseas me invade, por un momento creo que vomitare pero me obligo a mantener la mente alejada de ellos y pensar en encontrar una buena brecha para escapar, no puedo enfrentarme a ellos son demasiados hace tiempo que se me acabaron las balas y no soy muy buena con el cuchillo matando a una docena de ellos, así que lo único que me queda es seguir andando para estar más lejos de ellos, aunque cerca de otros.

Cuando la vi, no lo podía creer era como ver un oasis en el desierto, el paraíso en el infierno, era... mi salvación, esa cabaña horrible y sucia era todo lo que tenía ahora, si tenía un zombi dentro no importa lo mataría con mis propias manos si eso pasara pero tenía que entrar ahí y rápido si quería seguir viva.

Cuando llegue a ella gire el pomo de la puerta y para mi mala suerte estaba abierta, así que solo significaba una cosa, había zombis dentro, no tenía la fuerza necesaria si había más de uno ahí dentro pero igual abrí la puerta no sin antes empuñar el cuchillo que estaba en mi cinturón. Una vez dentro cerré la puerta con fuerza para ver si había movimiento pero no veía nada así que camine despacio hacia la cocina solo para verificar que no había ninguno de ellos pero no había nada, la cabaña estaba sola, solo yo dentro y nadie más.

- Al fin – susurre con cansancio antes de resbalarme por una pared hasta el piso. Al fin tenía algo con lo que podía seguir, al fin creo que Dios no se olvidó de mí, al fin puedo vivir en paz sin estar preocupada por escapar de los zombis.

- Al fin – susurre sollozando esta vez y llore hasta quedarme dormida.

Estoy en un estado en que estas dormida pero oyes y puedes tocar u oler cosas pero sin despertarte del todo, es así como estoy ahora y puedo oír pasos, oler algo que se está cocinando y huele delicioso, tanto que mis tripas se despiertan y hacen ruidos como si un león estuviera enjaulado, creo que ahora mama se lució con la comí... "no puede ser" pienso mientras los recuerdos vienen a mí, yo ya no estoy con mi madre, estoy en una cabaña que supuestamente está sola y se oyen pasos y huele algo como si alguien estuviera aquí, ¿pero que acaso no me vieron? quien este ahí debió haberme visto por qué estaba en medio de la caba... no puedo acabar la frase porque me doy cuenta que no estoy en el suelo, estoy en algo blando que no podría ser nada más que una cama y una frazada me mantiene caliente el cuerpo, alguien me puso aquí , alguien que está cuidando de mi pero aun así no puedo confiar tan fácilmente en una persona, que tal si es un asesino o algo así.

Lo único que hago es quedarme quieta hasta saber que no hay nadie aquí conmigo, cuando no escucho más que silencio es cuando me atrevo a abrir los ojos un poco y ver por las pestañas, es de noche así que todo se ve negro pero no hay nadie por suerte, así que me incorporo pero algo me frena, hay una aguja enterrada en mi brazo derecho, me estremezco al verla, nunca he sido muy fan de las agujas pero no es tiempo para eso así que me hago la valiente y me la saco del brazo de un tirón rápido para no sentir dolor, lo próximo que siento es el dolor en mi pierna bajo la mirada hasta ella y lo que veo me horroriza más que ver mi pierna vendada contengo al aliento para no pegar un grito ¡tengo ropa limpia! ¡Alguien me cambio de ropa! ¡Me vieron desnuda por el amor de Dios! - "espero que sea mujer, espero que sea mujer" – es lo único que pienso mientras me paro del todo y me encamino hacia la puerta. Una vez ahí pego la oreja en la puerta para tratar de escuchar algo, pero unos pasos que se acercan hacen que entre en pánico y busque algo con lo que protegerme para cuando llegue, por supuesto mi cuchillo no está debieron quitármelo antes de subirme así que agarro la aguja que tenía en el brazo y un vaso de vidrio que estaba a un lado de una jarra que no había visto antes, en el momento que se abre la puerta veo que es un chico alto y de cabello rizado que no tendría menos de veinte años, que me mira asustado por la dureza que debo reflejar en mi cara y mi postura amenazadora que si hace solo un movimiento le aventare el vaso a la cabeza, porque estaba dispuesta a hacerlo y más que ahora sé que ese chico me vio desnuda.

Amor en tiempos dificiles ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora