CAPÍTULO 1

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El despertador suena a las 5.30, hoy me "mudo" a la residencia de estudiantes de mi universidad, ya sé que es un poco tontería teniendo una casa en el mismo pueblo, pero pretendo terminar la universidad aquí, ya soy mayor de edad y en caso de que a mi padre le volviesen a trasladar, yo tendría alojamiento, además, me hace ilusión tener un poco más de independencia, ya no nos separará una pared, si no media hora en coche.

Mientras mis padres terminan de meter las maletas con mis cosas en el coche, mi hermana pequeña se dedica a molestarme.

-Que sí, pesada, te puedes quedar con la habitación grande. ¡Hola! Soy nueva por aquí y estoy empezando a escribir una historia de adolescente, me encantaría que me ayudaseis a mejorar y me dieseis vuestra opinión. Gracias.

Desde que ha cumplido los trece años, Daniela, se ha convertido en una niña preciosa, un poco caprichosa, pero así son las niñas de su edad. A mi parecer no nos parecemos en nada, ella es rubia y con los ojos muy claritos y yo en cambio, morena y con los ojos oscuros como el carbón. Recuerdo que cuando éramos más pequeñas, la asustaba diciéndola que era adoptada, siempre se ponía a llorar y entonces yo acababa castigada en mí habitación.

Me meto en el coche y media hora después me encuentro frente a un gran edificio gris parecido a una cárcel, rodeado de cientos de árboles de muchos tipos. Cruzando una pequeño parque se supone que se sitúa lo que es la Universidad, lo sé porque me he tirado parte de la noche mirando imágenes por Google.

-Alexandra, ¿Vas a salir del coche o pretendes quedarte dentro todo el día?

-Ya voy, papá...

Mi padre tan cariñoso como siempre... Salgo del coche y voy directa al maletero, donde me esperan dos maletas.

-¿Quieres que te ayudemos, cariño?

-No, mamá, gracias.

-Mañana vendremos a verte, así que más te vale no estar liándola ¿Entendido?

-Vale, papá...

-Nos vamos, cielo.- Creo que sin duda, lo que más voy a echar de menos son los abrazos de mi madre, y los besos también.

-¡Adiós!

Mientras veo como el coche de mis padres se va, me entra un poco de nostalgia, en dieciocho años nunca me había separados de ellos, salvo en un campamento en el cual acabé llena de papel higiénico, pero eso es otra historia. Cojo mis dos maletas y me dispongo a subir la interminable pila de escaleras se encuentran justo enfrente de mí.

Esto de subir dos maletones por estas escaleras, se me está haciendo realmente difícil, pero no voy mal, aunque para cuando ya solo me queda la mitad por subir, un balón impacta justo en mi cara y noto como poco a poco me voy cayendo por las escaleras, y no solo eso, si no que una de las maletas cae conmigo y se abre en dos.

Me revuelvo por el suelo como un gusano y busco ciegamente la ropa por el suelo.

-Perdona, no te he visto.- Me dice una voz masculina

-¡Ya, ya veo que no me has visto!- Mi cabreo va en aumento según el chico me va hablando.

-Espera, te ayudo a levantarte.

-No necesito tu...- Levanto la cabeza y le veo, un chico guapo, ¿Qué digo? Muy guapo, tiene el pelo rizado y muy rubio, sobre todo ahora con la luz del sol, ¿Y su sonrisa? Podría perfectamente salir en uno de esos anuncios de pasta de dientes. Creo que se ha dado cuenta de la cara de tonta que se me ha quedado porque me empieza a mirar con de desconcierto.

-Em... Estoy bien, puedo levantarme yo sola.- Le digo al tiempo que me levanto como para demostrarle que puedo yo solita.

-Bueno, entonces déjame ayudarte a recoger la maleta.- Dice mientras va directo a recoger la ropa desperdigada por el suelo, que mono...

Voy directa a por la maleta y la acerco a donde esta él con un montón de ropa. Terminamos de meter toda la ropa, pero antes de que empiece a cerrar la maleta me dice:

-¿Ese tanga rojo es tuyo? - Al tiempo en el que suelta unas carcajadas. ¡Qué vergüenza! Voy corriendo al segundo escalón de la escalera y lo cojo. Menudo bochorno...

-¿Qué pasa? ¿Nunca has visto uno, o qué? - Entonces levanta las manos en señal de fuera de juego. Sí, definitivamente es muy guapo. Pero céntrate Alexandra, aquí no has venido a fijarte en ningún chico, seguro que a Lucas esto no le sentaría nada bien.

Termino de recoger mi maleta, y me voy sin hacerle ningún caso. Subo todas las escaleras sin tener de nuevo ningún percance, cruzo la puerta y me encuentro en el recibidor de la residencia, frente un gran mueble de manera, color cerezo, nada acorde con el resto de la residencia.

-¡Buenos día! ¿Necesitas ayuda?- Me dice un hombre menudo, tras el gran mueble que ocupa toda la parte frontal de la sala.

-Eh, sí, soy nueva en la residencia y...

-¡Ah! Perfecto, bienvenida...- Me interrumpe.

-Alexandra Mileto. - Le aclaro.

-Bienvenida Alexandra, yo soy Julio el recepcionista del edificio, estoy aquí prácticamente todo el día a vuestra disposición por si necesitas algo.- Asiento, parece un hombre bastante simpático. Se va tras el recibidor, y coge dos folletos.

-Mira Alexandra, este es el plano el de toda la residencia, vienen los números de todas las habitaciones, así te será más sencillo llegar a la tuya, que por cierto...-Dice mirando al ordenador-.... Es la 17B. Y este otro plano, son los horarios de las clases, además, al final te vienen las normas de la residencia, que me harías un favor si las leyeses.

-Lo haré en cuento llegue a mi habitación, gracias Julio.- Digo al tiempo que me alejo hacia donde sería mi próxima habitación.

-¡De nada, Alexandra! ¡Y bienvenida, otra vez!

Me dirijo hacia el ala este de la residencia donde se encuentra mi habitación. ¿Me ha dicho la 27B o la 17B? opto por la primera y sigo caminado hacia el final del pasillo, donde se encuentra las habitación 27B y entro.

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182 DÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora