Capítulo 12: Señales del cielo

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Y vi una luz muy grande,

y en ella una figura humana que brillaba intensamente,

y alrededor de esta figura había una luz tan resplandeciente

que me resultaba imposible observarla directamente.

Esta figura humana representaba el Verbo divino y su esplendor,

su pureza y su divinidad (1)

Guillaume tenía todo listo para partir

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Guillaume tenía todo listo para partir. Apenas terminó su reunión con Sybille, le pidió a Arnald que informara a los siervos que no se quedarían un día más, y que se preparara todo para el viaje de regreso a Saissac. Él, por su lado, se disculpó con el señor de Montpellier por tan abrupta partida, pero en verdad no sentía deseos de dar más explicaciones a nadie. Suficiente con el mocoso impertinente de su paje, mirándolo de esa forma tan desesperante que rozaba el irrespeto.

Y es que ni siquiera el templario Abelard entendió por qué de un momento a otro el gran maestre decidió dejar Montpellier. Siendo específico, qué fue lo que sucedió entre él y Sybille para que apenas terminada su reunión tomara esa decisión.

Aunque quisiera, no podía explicarle. Abelard era un iniciado, pero el conocimiento que acababa de recibir no le correspondía. En realidad, Guillaume prefería ahorrarle a cualquier persona el horror de descubrirlo.

"Ya está hecho, ya lo sabes. ¿Qué vas a hacer ahora?", se preguntó varias veces en la última tarde tarde. Sybille cumplió con entregarle lo que le pidió, y tenía todos esos manuscritos frente a él. Tendría que leerlos en algún momento, desde luego, era mejor estar prevenido. Pero ¿cómo iba a protegerse de esos inmortales? ¿Cómo podría cualquier humano, por más fuerte que sea, hacerles frente a seres de esa naturaleza?

—Tampoco es que tengas alternativa —se dijo en voz alta, al tiempo que bebía despacio un poco de vino, y tomaba uno de esos pergaminos. En ellos había algo que sin duda lo perturbaría, pues las revelaciones de Sybille iban más allá de esas viejas traducciones.

Porque durante su estadía en Montpellier, la dama no se ahorró los detalles de su horrible visión de la destrucción del Mediodía. Él había leído la profecía que su padre le envió antes de morir, todos los caballeros de la orden sabían que algo terrible estaba por suceder. Pero era distinto escucharlo de la boca de la profeta, con más detalles que no fueron puestos en pergaminos; pues desde la primera visión, otras cosas se presentaron en los sueños de Sybille.

Le habló de "la rata que devorará al ruiseñor". De la gente que saldría de una fortaleza sin más ropa que una túnica blanca, que parecían muertos en vida, caminando sin esperanza y con la mirada vacía.

Le habló de los gritos desgarradores, llegando como ecos lejanos y tenebrosos, de todas las villas de Languedoc. De las llamas rojas iluminando la noche, del olor de muerte. De la gente quemándose, del horror de la espada. Le habló de una iglesia que no conocía, y de donde salía sangre por las puertas, por las paredes, que bajaba como un río por la escalera, que hasta las cruces sangraban.

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⏰ Última actualización: Sep 12 ⏰

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