IX.

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Sebastián había intentado dormir aquella noche, pero sus propias y crueles palabras contra Leah venían a su mente. ¿Qué le había hecho ella para ser tratada de aquella manera? Ni siquiera él lo sabía.

Su nombre resonaba por cada recodo de su mente, no quería tenerla tan presente en su mente, atormentando su cuerpo y removiendo sus sentimientos.

Se levantó de su cama, con el pelo enmarañado y una evidente expresión de molestia. Se quedó unos momentos sentado en un costado de su cama, resoplando y rascando su nuca. Finalmente, decidió salir de su casa, resolvió que un buen trago era lo que necesitaba.

Se vistió y arregló un poco su cabello, emocionalmente no se sentía bien pero no por eso dejaría de lucir como el galán que era. Tomó su celular, un poco de dinero, sus llaves y se dispuso a pasar una noche en uno de sus clubs favoritos.

(...)

Llevaba algo más de media hora y media botella de vodka consumida. De pronto, sus ojos viajaron hacia la entrada, donde una castaña de piernas largas venía entrando. Alzó una ceja e inmediatamente se propuso hablar con aquella bella chica.

Cual atacante a su presa, esperó el momento idóneo, siendo acompañado por algunas copas de alcohol y sus incontrolables deseos de tocar sus labios. Ella y su amiga se encaminaron hacia la pista de baile, ambas movían su cuerpo rítmica y armónicamente con el sonido musical. Aquel era su momento.

Ordenó su cabello con sus dedos y posicionó una sonrisa altanera en su rostro. Todo en su cuerpo era la máxima expresión de actitud, ¿Cómo podría ella rechazarle?

Le hizo una señal a la amiga de la castaña, anunciando que bailaría con ella, asintió y se fue de la pista.

—Eh, Amy, ¿Has visto la cantidad de bombones que hay en esta mie...—no logró terminar la frase.

Ella se volteó y los brazos de Sebastián impactaron suavemente contra su cintura, sosteniendo su cuerpo. Un leve suspiro se escapó de los labios de ella al percibir su perfume. Una sonrisa simultánea se escapó de los labios de ambos.

— ¿Quieres bailar? —preguntó él.

Ella asintió con una sonrisa arrogante, tenía al chico que probablemente era el más guapo de todo el lugar, junto a ella, pidiéndole bailar.

Las manos de Sebastián se posicionaron en las caderas de la chica, y ella se movía sensualmente ante él, tratando impresionarle, porque ella aún no notaba que él tenía toda su atención.

— ¿Puedo saber tu nombre? —preguntó Sebastián en el oído de la castaña, haciendo que ella se estremeciese por tanto encanto en una frase.

—No te lo tomes a mal—respondió ella—, pero no vengo a buscar nada serio, solo vengo por diversión y...un buen rato. No quiero compromisos ni nuevas relaciones—se encogió de hombros y una sonrisa lobuna se formó en sus labios.

—Entonces, eso quiere decir que puedo hacer esto sin ningún problema—la tomó de la cintura y la miró a los ojos por unos segundo y sin divagar, contactó sus labios con los de ella.

— "Adiós, a los problemas con Leah" — pensó Villalobos.


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