Rescate

86 6 3
                                        


—¡Alice! — escuchaba su voz. Pero no tenia fuerzas de gritarle para que fuera por mi. —¡Alice, contesta joder!

—Aquí...— susurré apenas con un hilo de voz. Consciente de que no me escucha. —Aquí— volví a susurrar.

Un mes aquí encerrada sin comer como se debe. Estaba herida y no tengo ni idea de donde estoy. Estaba demasiado débil cómo para moverme, o no sé si es el terror de encontrar algo nuevo en cualquier habitación. Pero tenía mucho miedo.
No se escuchó nada durante un buen rato.

Luego de una eternidad se escuchó un disparo, y Luis cruzó por mi mente y mi corazón se paralizó un segundo, lo que hizo que me levantara y sacara fuerzas de donde no tenía e intentara salir. Salí del cuarto y entré a lo que se supone que era la cocina. Solo había una luz encendida, muy débilmente hasta el final de la habitación. Entré con mucho cuidado y mirando a todos lados. El miedo y la adrenalina recorrían mi cuerpo. 

La cocina era inmensa... Y no sabia por cual de las dos puertas que ahí se encontraban debía ir. Pasé junto a la barra y vi unas manchas de sangre. Esto hizo que soltara un gemido de terror. Toqué la sangre y era fresca. Me lleve una mano a la boca y retrocedí del susto. Pero en ese momento escuché la puerta cerrarse y volteé de donde venía el ruido y ahí estaba. Un hombre alto, el mismo con el que he estado viviendo el último mes y jamás he logrado ver su rostro. El mismo que me ha torturado psicológica y fisicamente.

—Creíste que te rescataría, ¿no? — su voz era espeluznante. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Se acercaba con cada palabra que decía. Volteé mi cuerpo para irme corriendo pero no lo logré. Me tomo de la cintura y del cuello, inmovilizando mi cuerpo por completo. Pataleé, e intenté safarme de su agarre, pero era algo imposible. Sus asquerosas manos me acariciaban y yo solo quería vomitar. Su olor era repugnante. En la lucha intentando safarme, recordé algo que mi padre siempre me dijo "Nada más débil que la entrepierna". Acerqué mi boca a su antebrazo y lo mordí, él soltó su brazo de mi cuello y aproveche para voltearme y patearlo justo ahí. Me soltó por completo y logré correr, pero no sirvió de mucho, me agarró del tobillo y me haló. Luchaba como podía, logré ver un cuchillo sobre la barra y me estiré para agarrarlo, pero no alcanzaba llegar a el.
No me rendiría tan fácil. Logró tomar mi otra pierna y me haló haciendo que me cayera. Mi pecho golpeo el suelo bruscamente por la caída, hice una mueca de dolor y solté un gemido. Me volteé quedando boca arriba, mirándolo. 

Por fin pude ver su rostro, y era asqueroso, tenia la mitad de la cara desfigurada, y con muchas cicatrices.

Dejando de un lado la impresión que me causó su rostro, pataleé para lograr liberarme. Me arrastré un poco pero no me movía mucho. Volví a escuchar un portazo y logré ver una sombra de lo que creo era un hombre.
Ahora si estoy acabada, no volveré a salir de aquí jamás. Estaba casi por rendirme cuando escuche un fuerte golpe, y cerré los ojos esperando el impacto.

—Princesa, soy yo. Abre los ojos— no sé en que momento o desde cuando Luis intentaba que abriera los ojos y soltara mi agarre. Me dolía la mano de tanto apretar el tubo que había en la barra. Abrí los ojos y me encontré con los suyos. Sus hermosos ojos azules, los que nunca me di cuenta de cuanta falta me hacían, aunque a veces fuera un idiota. —Ven, todo va a estar bien. Pero tenemos que irnos ya, antes de que despierte. La policía ya viene en camino pero por favor, tienes que ayudarme, no puedo cargarte, mi brazo está herido.

Con las pocas fuerzas que tenía me levanté del suelo y fui con Luis. Ambos nos abrazamos. Salimos de la cocina en búsqueda de la salida de aquel horrible lugar. Esta casa es enorme, y realmente siento que no encontraremos la salida jamás. Pasamos por un cuarto donde solo había un mueble en el fondo. Iba caminando de la mano de Luis cuando de repente se rompieron unas tablas en el suelo y sentí que me caería. Luis me agarró fuertemente del brazo, pero mi cuerpo quedaba en el aire. Era como un piso subterráneo. Al fondo, en el suelo, pude ver una sombra, había un cuerpo escondido. Era una persona muerta. El terror me invadió y solté un grito. Dificultando mi salida. Me aferré con todas mis fuerzas al brazo de Luis, intentando salir. Pero parecía algo imposible. Luis intentó halarme con ambos brazos, pero su herida no le permitía cargar el peso de mi cuerpo. Y comenzaba a perder fuerzas para sostenerme a mi misma de su brazo.

—Luis, me voy a caer.— dije entre llanto.

—Escucha, necesito que me ayudes, no puedo cargarte.

—No tengo fuerzas... No puedo.

Intenté subirme, pero fue inútil. De un segundo a otro, mi cuerpo cayó, justo a unos centímetros del otro cuerpo sin vida. Aturdida por el golpe, miré a mi derecha y ahí estaba, era una mujer.
Me alejé tanto como pude del cuerpo. Chocando con una pared, o mas bien una puerta

—No te muevas, buscaré algo para sacarte.

—Luis, hay una puerta. Pero tengo miedo de abrirla.

—Princesa, tranquila, ¿si? Debemos ver si hay salida. Nada va a pasar.

Asentí, aún sabiendo que no podía verme por la poca iluminación, pero no tenia fuerzas para hablar. Temblorosa y lentamente abrí la puerta, encontrándome con un largo pasillo.

—Hay un pasillo...

—Síguelo, y ve si hay salida. Pero ten mucho cuidado, por favor.

Hice caso a lo que dijo Luis, caminando hasta el final del pasillo. Dudosa abrí la puerta.
Me encontré con el jardín. Regresé al repugnante lugar, y le dije a Luis que lo vería afuera.
Minutos más tarde, al fin salió.

—Vamos salgamos de aquí— Luis me tomó de la mano en cuanto me alcanzo a la parte de afuera de la casa y me obligó a moverme.

Cuando por fin salimos de esa casa, Luis bloqueó la puerta por donde salimos para darnos algo de tiempo... Al fin estábamos fuera.

               ~•~

Luego de unos meses de terapia superé, o al menos eso creo, mi trauma por el secuestro. Quien lo hizo era un hombre que buscaba mujeres parecidas a su esposa, ya que quedo mal mentalmente cuando ella murió y se obsesionó. Por suerte ya no lo hará. 

Y ahora tengo una vida normal... Con Luis.

—Buenos días— Luis acababa de despertar, yo me limitaba a observarlo.

—Buenos días— sonreí— ¿Qué tal dormiste?

—Bueno, omitiendo que no dejas de moverte, dormí bastante bien.

—Idiota — le pegué con la almohada mientras reía.

—Tienes un desastre en la cabeza.— se burló.

—Es tu culpa, baboso.

—La pasamos bien anoche.— dijo divertido.

—Cierra la boca.— me tapé la cara con una sabana. Lo escuché carcajearse

—Te ves hermosa, incluso despeinada y con ojeras. — yo sonreí y lo miré.

—Gracias

—¿Gracias por qué? — preguntó confundido.

—Por todo, por enseñarme tantas cosas, por ayudarme a salir de ese horrible lugar hace tres años, y por ser quien eres. Porque ahora tendremos un futuro juntos...

Pude verlo sonreír

—Princesa, sabes lo que significas para mi. Haría eso mil veces más si fuese necesario. Eres una de las mejores cosas que me han pasado. Y no cambiaría nada de lo que vivimos por nada del mundo. Y quiero que te cases conmigo.

Me quedé helada al analizar lo que había dicho. Pero de un momento a otro comencé a reírme.

—¿Te parece chistoso? — preguntó Luis confundido.

—Eres muy poco romántico, me pides que me case contigo a las 9 de la mañana, ninguno de los dos se ha bañando, no me he peinado, ni siquiera nos hemos cepillado los dientes y tenemos voz ronca aún. —Ambos reímos.

—Aquí lo importante es que te amo— se justificó. Yo me carcajeé una vez más.

—Sí quiero casarme contigo, idiota.

Luis sonrió y me besó. No podía pedir más, aún con todas nuestras diferencias nos complementamos de una manera única. Y no me cansaré jamás de esto.

~Short Stories~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora