Unas Cuantas Copas Démas

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      Hacía poco más de media hora que intentaba entrar a mi departamento. Dejar las llaves dentro no es una buena idea. Al darme cuenta de que no tenia más opciones, comencé a reírme, me deje caer al suelo recargada en la puerta. No tenía manera de entrar. El conserje del edificio probablemente está durmiendo a las tres de la madrugada. Volví a reírme al imaginar al señor Parker como zombie por la hora en la que pensaba despertarle.

—¿Te ríes de mi?— una voz algo familiar estaba cerca de mi. Levanté la vista encontrándome a mi vecino, y amigo. No me había percatado de su presencia, maldito alcohol. Torpemente, apoyándome de la puerta me puse de pie.

—No, no. Solo imaginaba algo muy chistoso. Ni siquiera he notado que estabas aquí. 

—¿Estás tomada?— preguntó divertido. Ha de notar mi estado por el olor a alcohol que tenia, o tal vez era solo porque se me había derramado un trago y parecía que lo había usado de perfume. 

—Solo un poco— solté una pequeña risita.

—Mejor ya entra, Kath, no te vayas a quedar dormida aquí afuera.—se disponía a seguir su camino pero se detuvo en cuanto le dije que no podía entrar. —¿Por qué?

—Deje las llaves adentro, típico— volví a reír acompañada de su risa y una pequeña mirada.

—Te puedes quedar en casa, si quieres. Ya mañana ves que el conserje te abra.—sugirió amablemente.

—¿Seguro? No quiero molestar. —seguido de esto, él me sonrió y me tendió su mano, ya que, evidentemente se me dificultaba un poco caminar.

—Ven, te ayudo.

     Noah me ayudó con mis cosas y me tomó de la mano para guiarme hasta su departamento. Abrió rápidamente y entramos.

—Puedes dormir en mi cuarto, yo dormiré en el sofá. Te buscaré algo de ropa para que te puedas bañar. Espera aquí.

Minutos más tarde, Noah regresó con una de sus camisetas y unos bóxers.

—Es lo mejor que encontré, la camiseta te quedará bien, no eres muy alta.

—¿Te burlas de mi estatura?— fingí estar ofendida.

—Puede ser. —sonrío.

—Eres cruel. —Noah soltó una carcajada.

—Solo un poco.

     Decidí hacerle caso e ir a ducharme, ya me sentía mucho mejor aunque aún estaba algo mareada. Cuando salí, tal y como había dicho Noah, la camisa me quedaba bien. Me tapaba, debido a mi baja estatura. Entré a la cocina y el olor a café inundó mis pulmones.

—¿Mejor?—preguntó Noah. Yo solo me limité a asentir y sonreír.—Ten, te ayudará a bajar la borrachera.— me tendió una taza de café.

—No quiero café. No me gusta.—hice una mueca de asco.

—Aún estás muy tomada. Mejor toma aunque sea un poco de café. Te sentirás mejor. —yo me negué, y él no insistió más.

—Iré a bañarme. Puedes tomar lo que quieras de la cocina, y el control de la tele está junto al DVD.

     Mientras Noah se bañaba, yo me dediqué a observar su departamento. No era muy diferente al mío, a excepción de la decoración. Habían unas fotos de su familia y sus amigos. Y al final había un piano, le encantaba tocar. Una que otra vez tocó para mi y lo hace muy bien. 

      Noah tardaba demasiado y yo comenzaba a aburrirme. Sin saber por qué, me dirigí hasta su habitación. Me recosté en la cama a observar el cuarto. Todo era muy sencillo y estaba bien organizado. Habían unos cuadro y más fotos, también una guitarra. 

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