1. "Conocidos".

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La mañana era fría.
Draco Malfoy se encontraba practicando a solas para el partido de Quidditch de la semana siguiente.
El rubio surcaba los aires con facilidad, y sentía una ligera brisa tocar las partes de su cuerpo que el uniforme no protegía.
Cerró los ojos y por un segundo se transportó a un pasado que pasó pero no pasó.

Se ve a si mismo en la torre de astronomía. Todo está oscuro, por lo cual supone que es de noche. Escucha que alguien le llama, y al girar, ve una silueta femenina acercándose a él. No puede ver su cara.
- Draco... - Escucha decir.
Ya puede ver claramente quien es. Suspira.
- Draco... - Repite. En ese momento se abalanza sobre él y lo besa.

Abrió los ojos. Ya estaba en tierra.
Merlín, Draco. No pienses más en ello. En ella.
Rápidamente se levantó del suelo y limpió su uniforme empapado de lodo. ¿En qué momento empezó a llover?
- ¡DRACO!
Giró hacia la voz y vio a Zabini llamándole.
Tomó su escoba y fue caminando hacia él, mirándole a través de las gotas de lluvia que escurría su cabello.
- Viejo, llevo años llamándote. Pensaba que habías muerto. - Bromeó Zabini.
- ¿Yo le haría falta al bebé chillón Zabini? Que tierno. - Se burló, dándole un golpe en el brazo en forma de saludo.
- No seas idiota. - Refutó entre risas -. Vine para decirte que Snape te necesita. No tengo ni idea para qué. Pero es lo suficientemente importante como para hacer que mojara mi uniforme recién planchado buscándote.
- Wow, entonces debe ser muy importante. En un rato voy. - Se despidió.
El alto afroamericano asintió y salió corriendo hacia el castillo.
Draco miró a su alrededor. La lluvia era fuerte.
Sosteniendo la escoba en su hombro, emprendió el camino hacia los vestidores.
Una hora después, el chico ya estaba seco y limpio dentro del castillo. Se había dado una larga ducha de agua caliente.
Tomó un atajo hacia el despacho de Snape y al llegar entró - como de costumbre - sin llamar a la puerta.
- Padrino, Zabini me dijo que me necesitabas.
Severus Snape le miró a través de su grasoso cabello. Estaba en la escalera, tomando algunos frascos de la sección más alta de su estante de ingredientes para pociones.
Bajó lentamente y, dejando los frascos en la mesa, se acercó a él.
- Ya sé lo que hiciste.
- No sé de qué hablas. Si es por el moco en el cabello de Brown, sí fui yo. - Contestó, mientras tomaba una cola de lagartija ahumeada.
- Mirame a los ojos y dime que tú no le hiciste eso a la señorita Granger.
Tales palabras consiguieron que el corazón del rubio se detuviera.
- Yo... - titubeó.
- Lo sabía. No le diré nada a tus padres sobre esto, con una condición.
- ¿Qué condición?
- Debes devolver lo que le quitaste.
- No.
Snape miró otro lado con nostalgia.
- Largate, Draco. - Escupió.
El chico mordió sus labios y salió de allí. No entendía.
¿Cómo se había enterado Snape de lo que había hecho?
Suspiró y metió la mano en su capa, buscando su reloj de bolsillo. Sonrió irónicamente al recordar que ya no le pertenecía.
- Hey.
Levantó la mirada.
- Astoria Greengrass.
- Necesito ir a clases con... - La chica castaña y de ojos esmeraldas consultó un pedazo de pergamino -. Slughorn. ¿Me dirías donde es?
- Así que quieres la ayuda de Malfoy... Huh? Te costará.
Ella rodó los ojos y puso sus dedos alrededor de su cuello, tirando con fuerza hacia ella.
- Ni creas, baboso. Sé la fama que tienes por estos lares. Sólo dime cómo llegar.
- Me gusta esta posición, tan cerca de ti.
- A mi también. - Dijo ella, levantando una rodilla y golpeándole los testículos.
Draco cayó de rodillas instantáneamente, y soltó un grito. El dolor era insoportable.
La chica se agachó y le sonrió.
- Vamos cariño. ¿Me llevarás?
Él le dedicó una sonrisa torcida y se levantó haciendo uso de toda su fuerza de voluntad.
- Con que así jugarás... Vale.
El rubio tomó un pergamino y escribió la ruta más larga para llegar al salón de pociones y se lo entregó.
- Gracias. Y lo siento por el golpe, me pasé un poco.
- Eso no fue nada.
La castaña rió y se fue.
Apenas dio la vuelta en la esquina del pasillo, el rubio se desplomó. Contrario a lo que había dicho, dolía. Un jodido montón.
No supo cuanto tiempo pasó, pero al abrir los ojos seguía tumbado en el suelo fuera del despacho de Snape.
- ¿Malfoy? - Dijo Hermione, que venía por una consulta.
Él la miró y se levantó pesadamente.
- ¿Cómo te atreves a hablarme, estúpida sangre sucia?
Ella le lanzó una mirada de odio.
- Pensé que habías dejado esas tonterías pero ya veo que no. Sigues siendo el inmaduro de siempre.
- No son tonterías. No es mi culpa que Dumbledore sea tan idiota como para permitir que personas como tú estudien aquí.
- Ya superalo, Malfoy. - Respondió con indiferencia.
El rubio la miró un segundo más y se fue de allí.
Odiaba tener que verla de esa manera.
La"odiaba".


La historia se sitúa en el sexto año. No seguiré estrictamente los libros, sólo lo necesario.
Los personajes, pertenecen enteramente a J. K. Rowling.
La historia, de mi autoría.

Espero y lo disfrutes.
D. H. P.

Forgotten. (Dramione-Drastoria)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora