3. Secretos.

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Astoria Greengrass pertenecía a una de las familias de sangre pura más importantes del país.
En ese momento, a las 20:30 de un día de invierno, la castaña de ojos esmeralda se encontraba en las gradas del campo de quidditch, fotografiando a los jugadores del equipo de Slytherin en su entrenamiento.
A Astoria desde siempre le había interesado la fotografía. Por lo menos desde que recordaba.
El captar un momento en una imagen, reflejar una emoción con una cámara... Todas estas cosas le llenaban. Le hacían sentir viva.
Uno de los chicos que se encontraban allí volando era Malfoy. Sus familias solían hacer negocios juntos. Claro, todo eso antes de que ellos hubieran tenido que escapar del país por cuatro años.
Suspiró y levantó su cámara. Por más que intentaba sacar imágenes de todos, siempre terminaba en Draco.
Ese día, en la mañana, él le había dado la peor ruta para llegar al salón de slughorn.
Apartando el hecho de que le dio el camino más largo, le hizo pasar por el despacho de Filch, y casualmente se topó con Peeves. Fue un desastre. Terminó en la ducha lavando huevo crudo de su cabello.
- Lo odio. - Resopló.
A quien engaño.
Draco me gustaba cuando era pequeña.
Aún lo hace.
- ¡Hey!
Astoria salió bruscamente de sus pensamientos y miró a quien llamaba. Era él.
- Qué quieres.
Draco volaba frente a ella y sonreía burlón.
- Vamos muñeca, ya noté que no paras de tomarme fotos. Sé que soy atractivo, pero no te obsesiones.
- No es como crees, idiota. Es sólo que las muecas que haces mientras vuelas son sumamente estúpidas. Dignas de retratar.
- ¿Te gustó la clase con Slughorn?- Contestó, cambiando intencionalmente de tema.
Ella sonrió y respondió con un falso tono de dulzura.
- Algo lindo te esperará un día de estos en tu habitación.
- A menos de que seas tú en mi cama, no creo que sea lindo.
La castaña rodó los ojos.
- Que malo eres ligando.
- Eso dices ahora - Se burló -. Ya quiero verte cuando me ruegues que te bese.
- Deja eso para tus sueños húmedos, Malfoy.
El rubio rió y volvió a su entrenamiento.
Astoria, muy incómoda, se levantó y salió hacia el castillo.

El ambiente en la sala común de Gryffindor era pesado.
Horas antes, Hermione había reprobado dos exámenes, y perdido su clase de Historia de la magia, y ahora, sus dos mejores amigos la interrogaban.
- No sé porqué perdí. Simplemente estaba... Distraída. - Se defendió Hermione, después de que Ron hiciera un sinfín de preguntas sin esperar a que respondiera.
- Soy, somos tus mejores amigos, o por lo menos eso quiero creer, Mione. Si estabas con algún chico sólo tienes que decirlo. - Habló Ron, dejando muy claro lo celoso que se encontraba.
- Sólo queremos saber qué pasa contigo. No eres la misma. - Afirmó Harry.
- Yo...
Antes de que pudiera decir una palabra más, el retrato de la señora gorda se abrió y dejó entrar a una serpiente.
- ¡Tori! - Se alivió Hermione, y escapó de donde se encontraba acorralada a abrazarla.
- Tranquila. ¿Qué pasa?
Granger miró a los chicos evidentemente incómoda.
- ¿Nos dejarían solas por favor?
- No pienses que te librarás tan fácil de esto. - Escupió Weasley.
Pasados unos segundos de intercambios de miradas, subió a su recamara, dando fuertes pisadas.
- Disculpalo. Sólo se encuentra preocupado por ti. Y yo también. - Dijo Harry, antes de subir tras él.
Hermione se soltó de los brazos de la castaña y con las mangas de su suéter limpió bruscamente sus sus ojos.
- ¿De qué me perdí? - Le cuestionó Astoria.
- No es nada... Sólo... Perdí algunos exámenes y una clase. - titubeó.
- Venga, que a mi no me engañas. Eres mi diccionario. Eso no te pasa porque sí.
Hermione pasó una mano por su greñudo cabello y se sentó en uno de los muebles.
- No soy capaz de contarte.
Astoria suspiró pacientemente y se sentó frente a ella. Con la mano izquierda se acomodó un mechón de cabello tras la oreja y dijo:
- Si no quieres hacerlo no tienes qué. Lo sabes.
- Lo siento...
- No digas que lo sientes, gato.
Hermione sonrió débilmente y un aire de melancolía la recorrió.
Recordaba cómo hacía cuatro años Crookshanks le había llenado de pelos la cara, y Astoria le había mirado exactamente igual. De ahí se habían vuelto mejores amigas.
- No recuerdo nada de los seis meses antes de llegar a Hogwarts - Soltó rápidamente.
Astoria se quedó callada unos minutos.
- Luna me vio con Malfoy. Hice unas investigaciones, y al parecer tengo todos los síntomas de un obliviate.
- ¡¿Un obliviate?! - Gritó Weasley.
Contrario a los consejos de Harry de que fueran a dormir, Ron se había quedado escuchando su conversación.
Las dos chicas le miraron asustadas por el grito.
- ¡Weasley! - Explotó con furia Hermione. Muy rápido ese sentimiento de ofensa que la dominaba cambió por uno de vergüenza.
Sin más, salió corriendo a su habitación.
- No puedo creer que hayas hecho eso. - Le reprochó Astoria.
- Y-Yo s-sólo... - balbuceó.
- No hay excusa.
La castaña se levantó y, lanzándole una última mirada de decepción, se fue, dejándole solo en un mar de dudas.
Un mar que apenas empezaba a tragarse su barco lentamente y que terminaría destrozándole por completo.

Forgotten. (Dramione-Drastoria)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora