4. Fuerza de voluntad.

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Draco Malfoy se situaba a unos metros del lago de Hogwarts, sentado en el pasto mágicamente recortado. Su cabello se movía al ritmo de un tenue y cálido viento de Septiembre, y sus pies descalzos reposaban sobre la grama.
Después de que en la mañana su vieja amiga Astoria se la hubiera pasado fotografiando su belleza sin parar por el segundo día consecutivo, había asistido a dos clases y, como no aguantaba la presencia de Hermione, se había escapado.
Suspiró.
Snape quería que revirtiera el efecto del hechizo impuesto en Granger, pero simplemente no podía. No podía.
Levantó la mano derecha y se la llevó a su frente. Hervía.
Por algo le había hecho un obliviate a Hermione, ¿no? Por su bien. Porque existían situaciones que eran mejor que ella no recordara.
No importaba cuanto deseara correr hacia ella y atraparla, acercar su pequeño cuerpo al suyo e inhalar el exquisito aroma de su cabello. Sabía muy bien que sólo sería un placer momentáneo.
Se talló los ojos con rudeza y observó con detenimiento la calma que destilaba el lago. Necesitaba sentirse así. Como si nada peligroso rodeara su existencia.

Paso. Paso. Paso.

Giro la cabeza instintivamente y levantó la mirada, achicando los ojos en defensa contra los luminosos rayos de un sol a las 4 de la tarde.
- ¡Draqui! - chilló Pansy, emocionada. Llevaba dos días sin verle.
Sus plateadas pupilas dieron una vuelta. Vaya emoción al pasar tiempo con una de las chicas más estresantes de Hogwarts.
- Qué tal. - Gruñó, frunciendo el ceño. No importaba lo que fuera que intentara, no lograba sacársela de encima.
Ella hizo un exagerado puchero y se sentó a su lado, dejando apenas unos milímetros de espacio entre ellos.
- ¿Qué hace mi Draqui aquí tan solito?
- Huye de ti. - Respondió de malas pulgas.
Ella rió con ganas.
- ¡Siempre tan divertido! Por eso es que me encantas. - Afirmó, no escondiendo el hecho de que llevaba un buen rato desnudándole con la mirada.
Él le miró, dedicándole la sonrisa más sarcástica que sus facciones le permitían hacer.
- De nada.
Y ahí estaba, de nuevo, completamente solo. Pansy no paraba de hablar, sin percatarse de que él no le estaba poniendo cuidado.
Eso le recordó... Hermione.
Ella solía escucharle. Solía interesarse por sus cosas, por sus pensamientos. Ella no le juzgaba, ni le hacía sentir como una mierda egocéntrica. Simplemente se recostaba allí, en su pecho, en silencio, y, de vez en cuando, comentaba datos enteros copiados letra por letra de uno que otro libro.
Y eso le impresionaba bastante, dado que la chica normalmente solía ser un diccionario parlante que nunca se callaba.
Sonrió.
De esas sonrisas que prefieres evitar, de esas que derraman miel.
Pansy de repente selló sus labios y le contempló perpleja.
El rubio miró a la Slytherin de reojo y rápidamente se compuso, volviendo su rostro a su habitual expresión indiferente.
- ¿Qué me ves?
Ella enmudeció totalmente.
- Parkinson... - repitió irritado.
- Sonreías... Estabas pensando en ella, ¿verdad? - Dijo en un tono suave, ocultando la humedad de sus ojos.
- No sé de qué me estás hablando. - Replicó él, desviando su atención a la cabaña de Hagrid, de la cual surgían Potter y Weasley. Y, tras ellos, Granger.
- Ella... - Volvió a decir Pansy, observando a los tres chicos también.

Hermione, desde el otro lado, caminaba de mala gana, resentida con sus dos mejores amigos por haberle cuestionado de nuevo frente a Hagrid.
Elevó un brazo y se secó unas lágrimas rebeldes que bailaban por sus rosadas mejillas. Miró al frente, y, al girar su vista hacia el lago, se fijó en una cabellera rubia que también le observaba.
Su corazón se aceleró. La última vez que le había visto, él la había evitado violentamente y sin saber por qué, se había ido de clase.
No tardó mucho en notar que Pansy estaba a su lado. Sintió un calorcito en su pecho. Como si algo le dijera que ese lugar le pertenecía.
Ignorando todo lo anterior, levantó la cabeza, y siguió su camino al castillo.

Draco, a su vez, suspiró impotente. Desear y no poder tener era algo a lo que tenía que acostumbrarse.
Apenas había pasado un mes desde que la había hechizado, y ya se sentía incapaz de más. En momentos como esos daría lo que fuera por ser un Gryffindor y enfrentarse a sus miedos.
Suspiró de nuevo.
Al volver su interés a Pansy, notificó que esta ya no estaba a su lado, si no que ahora corría en dirección contraria. Probablemente a chillarle a otras personas. Elevó las cejas, viéndose levemente sorprendido. Se encogió de hombros y buscó en su capa el reloj de bolsillo.
¡Mierda! Siempre olvido que ya no lo tengo.

Así, simplemente perdiéndose entre recuerdos y pensamientos, Draco Malfoy se recostó de espaldas y cerró los ojos.

Ya lidiaría con el resto del mundo más tarde.

Forgotten. (Dramione-Drastoria)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora