Capítulo 2

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—Pst, pst —susurra a mí oído—. Bella durmiente, despierta

Abro los ojos poco a poco, me asombro al ver quien me está hablando, no es posible, él no puede estar aquí, no debe. El dolor de cabeza sigue persistente, me molesta, no estoy segura si lo que veo es real, es un sueño o estoy delirando.

—¿Qué demonios haces aquí? —pregunto, mis cejas se unen casi involuntariamente.

—Yo también me alegro de verte, gracias por tu cálida bienvenida, Jamye —sonríe con una pizca de sarcasmo en el rostro, trae una bata de Doctor puesta y alrededor del cuello tiene un estetoscopio, típico de los Doctores.

—Dallas, ¿Qué haces aquí? —pregunto con ira, lo único que me faltaba, que él estuviera aquí por mí.

—Lucy me llamó, dijo que estabas inconsciente, temía por tu vida, dice que podrías haber muerto —ríe—. Sólo fue un pequeño desmayo, pero igual he venido

—aprieto los puños hasta ponerlos blancos—. Esa maldita...

—interrumpe—. No hables mal de tu amiga, se preocupa por ti, sólo quería ayudarte; te voy a llevar a casa, necesitas descansar, tienes que recuperar fuerzas

—¿Tú quién eres para decirme que hacer? —levanto una ceja, lo estoy desafiando.

—Soy un Doctor, tienes que hacerme caso —cruza los brazos.

—Aún no tienes título de Doctor, así que no haré caso —él mete una mano bajo mis piernas y la otra en mi espalda, me carga y yo pataleo, entonces me aprieta.

—Nos vamos a casa, ahora —dice, parece un poco irritado—. Entiende que lo hago porque me preocupas, Jamye

Dallas me sacó en brazos de la enfermería, al salir nos encontramos con Lucy recargada sobre la pared observando su teléfono, lo metía y guardaba una y otra vez.

—¿Estará bien? —pregunta Lucy, sin tomarle importancia a que Dallas me lleva entre sus brazos.

—Sí, sólo nos dio un buen susto, pero no es nada grave —sonríe—. Me la llevaré a casa si no hay inconveniente

—Claro que no, la señorita Williams dijo que podía retirarse.

Dallas me lleva cargando hasta el estacionamiento, donde está su Jeep negro, me baja cuidadosamente y luego abre la puerta, espera a que yo suba al auto, pero sólo frunzo el ceño, pongo los brazos como jarras y lo observo a los ojos, estoy tan molesta con él que juro que podría abofetearlo hasta que mi mano se ponga roja por el contacto, él no es mi padre, ojalá mi padre se preocupara así por mí, pero es algo excesivo; seguro dejo algo importante en la Universidad para venir a verme como si yo fuera una princesa que necesita el rescate de un apuesto príncipe, y no, no es lo que necesito ahora, lo que quiero es demostrar que puedo con todo, que soy fuerte.

—Por favor, Jamye. Sube al auto, no lo hagas más difícil, tenía una práctica en un hospital, pero Lucy me llamó de tu teléfono muy preocupada, dijo que no despertabas y ni siquiera me he cambiado, encima de que vengo de tan lejos tú sólo pones mala cara y te enfadas conmigo

—Yo no te pedí que vinieras, no te lo pedí, no necesito de tu ayuda ni la de nadie, tengo la edad suficiente para controlar mi vida sola, en poco cumplo veintidós años, ¿Te parece poco? O ahora vas a contarme cuentos antes de dormir, hacer mi comida papilla para que no me atragante, mierda. ¿Qué es lo que quieres?

—Jamye... —se acerca a mí, con su mano derecha me acaricia la mejilla—. Tú lo eres todo para mí, si te pasa algo siento que moriría, joder. ¿No lo entiendes? Me preocupas demasiado —toma mi mano y la pone en su corazón, éste late velozmente, erráticamente, totalmente descontrolado y salvaje—. Eso provocas en mí, cada vez que pienso en la terrible idea de perderte mi corazón se acelera, casi siento que se me sale del pecho, te necesito, es todo lo que te puedo decir. —recarga su frente en la mía y nos quedamos así algunos segundos.

I'm StrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora