No sé bien por qué, pero acepté la proposición de Blasphemy de unirme a su loca aventura. Ahora estoy en su grupo, del cual es líder, con ella y un chaval callado pero muy simpático. Les sigo a todas partes y hoy, en este mismo momento, estamos en la taberna menos conocida de las que hay a las afueras del Coliseo: la Taberna de Igno. Según lo que nos ha dicho Hunger, es la que frecuenta War. No sé de dónde ha sacado esa información, pero no tenemos nada mejor.
War me cae genial. Es una tía dura, seria, fuerte, de alto nivel, valiente. Sí señor, toda una guerrera. Estoy deseando que se una a nuestro equipo, aunque dudo que lo logremos. Somos un hombre-león escuálido, una diablesa baja y un hada de aspecto enfermizo.
Claro que yo no podría ser de otro modo. Al fin y al cabo soy un hada de enfermedades. Me dedico a envenenar y enfermar al rival para atacarle, a pesar de saber algo de curación. Mi aspecto no podía ser lleno de luz y color, sino más oscuro. O quizá debería cambiármelo para engañar. Podría ser una buena estrategia...
Me encuentro sentada en uno de los taburetes de la taberna, mirando a mi alrededor. Sólo está el tabernero, Igno, al otro lado de la barra limpiando una enorme jarra de cerveza; una camarera de pechos enormes y gesto aburrido apoyada en una columna, y un tipo de media melena castaña vestido de fraile en el rincón más oscuro del lugar.
-Esto es un puto aburrimiento - dice Blasphemy.
-Ya aparecerá, ya - contesto.
Hunger suspira y clava sus ojos de miel en los míos. Esbozo una pequeña sonrisa, y él me la devuelve con su enorme boca de león. Me hace reír porque tiene una pinta muy rara sonriendo. Estiro una mano, pero obviamente no llego. Ser tan pequeña, a pesar de ser grande para mi raza, es un inconveniente a veces.
Pero él me entiende. Se acerca a mí y deja que le acaricie un poco el hocico, que a pesar del poco pelo que tiene, es igualmente suave.
Oigo a Blasphemy decir algo, pero no la escucho. No sé qué ha dicho y, siendo sincera, me da igual. Desde que le conocí el otro día, momento en el que decidimos intercambiar números y redes sociales y de todo, hemos hecho muy buenas migas. Y eso que sólo hemos estado chateando.
Pero es que nunca, jamás, me había sentido tan bien con alguien. Cuando le vi, el mundo prácticamente se paró para mí. Mi corazón también pareció pararse, y dejé de pestañear y respirar. Pasaron apenas unos segundos, pero se hicieron largos, y pude disfrutarlos en su plenitud, grabando esa primera imagen de Hunger en mi cabeza.
Le vi allí, con esa postura insegura, un tanto encorvado, con su larga melena castaña, clavando sus ojos en los míos. Sus labios tenían pequeñas heridas, y su tez era pálida, aún más pálida al llevar esa ropa oscura. Era flaco, más bajo que yo, pero no me importó. Fue un flechazo, me temo. Sigue siéndolo.
Levanta una de sus extrañas manos y está a punto de acariciarme la mejilla cuando la voz de Blasphemy nos sobresalta. Los dos reaccionamos bruscamente, activándonos como un resorte, y giramos la cabeza hacia el lugar del que provenía la voz de nuestra líder.
La vemos en la entrada de la taberna, mirándonos con los brazos en jarras. War, la imponente War, está a su lado.
-¡Chicos, joder, dejaos de mimitos y venid aquí, coño! – grita mi amiga, claramente molesta con nuestra actitud.
Hunger y yo nos levantamos de nuestras sillas lo más rápido que podemos y vamos haciaella. Al verme al lado de War, que es tan grande, tan alta, tan fuerte, tan dura, me siento reducida al tamaño de una mosca, a pesar de que le llego hasta la mitad del gemelo.
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Sangre sobre el pan
Science FictionEl mundo a tus pies, y no lo sabes. El máximo poder en tus manos, y no lo sabes. Puedes encontrar a Gabriel con sólo pensarlo, y no lo sabes. No sabes nada, y nunca lo sabrás, porque El Juego es imposible. Nunca llegarás a su final. Nunca saldrás de...