Somos gilipollas, de verdad que lo somos. Quedamos para salir de Ciudad Coliseo y aquí estamos entrando en ella de nuevo, y todo porque somos gilipollas. A nadie excepto a nosotros se le podría olvidar desbloquear la primera misión antes de lanzarse a la aventura.
O sea que entramos a Bosque Tranquilo, nos enfrentamos a un golem de fuego que casi me chamusca las alas y al día siguiente nos damos cuenta de que tenemos que retroceder en nuestros pasos para desbloquear la misión como grupo.
Manda huevos.
Quizá deberíamos hacernos con unos pocos caballos o algo, a ver si así avanzamos más rápido. Vamos, digo yo que con el dinero que tenemos cada uno nos dará de sobra para comprarlos, y seguramente nos serían muy útiles. Y War tiene que estar forrada. Podría comprarlos ella perfectamente.
Pero a Ana, o como se hace llamar ella, Blasphemy, no le sale de las narices, y como ella es la líder el resto nos tenemos que aguantar. Lo he hablado con ella durante todo el trayecto de vuelta a la ciudad y dice que los caballos de El Juego son demasiado caros para lo lentos que son, además de que tendríamos que vigilarlos para que no los mataran o robaran y bla, bla, bla. Ya podría enrollarse un poco.
Lo peor de volver a entrar a la ciudad ha sido encontrarnos con periodistas y claro, como la gran War está en nuestro equipo, se han abalanzado a por nosotros. Hace falta valor para explicarles a esos tipos que se nos ha olvidado desbloquear la primera misión y para poner en vergüenza al icono nacional. Para atreverse a aparecer como figura patética en televisiones y revistas. De verdad, hace falta mucho valor.
Paro de revolotear por encima del grupo y me permito pisar un poco la calzada de la ciudad con los pies descalzos. La piedra es lisa, suave y templada al tacto. Me transmite una agradable sensación de calor, y eso me tranquiliza. La verdad es que la situación me molesta un poco, todo esto de tener que volver es un petardazo. Íbamos tan bien, a tan buen ritmo... Qué mal pie.
Suspiro con cansancio, y Hunger me oye. Me mira con sus ojos ámbar de león viejo, y después esboza una enorme sonrisa, enseñándome los dientes que le faltan a su personaje y la poca fiereza que desprende. Su manera de sonreír siempre consigue que yo lo haga también, y eso unido al agradable tacto de la calzada, a tener las alas descansando, logra animarme un poco.
-Ya llegamos – anuncia nuestra líder.
Oigo al león suspirar de alivio. Me asomo entre los ropajes y piernas de mis compañeros para observar la totalmente confundible casa de Gabriel y Hell. De no ser porque en los medios de comunicación se dijo cómo desbloquear la primera misión, muy pocos lo habrían conseguido. Es una casa tan modesta y normal que pasa totalmente desapercibida. Parece la de un jugador novato que acaba de comprársela con toda su ilusión y gastando sus escasos ahorros.
Además, Hell nunca sale. Está programada para ello. Simplemente se queda en su casa amargándose porque Gabriel lleva, según ella, unas semanas desaparecido. Si fuera un jugador real en vez de un PNJ* se daría cuenta de que más bien son años. Gabriel en la vida real estaría claramente muerto o secuestrado por alienígenas.
Cuando llegamos a la puerta de la casa, vuelvo a alzar el vuelo. Me coloco encima de mis compañeros, porque la verdad, hace años que no veo cómo es Hell en Pangea. La veo en los carteles publicitarios en los que pone: "¿Crees que puedes encontrarle?" y en imágenes por Internet, pero desde que entré en El Juego, hace ya varios años, no la he vuelto a ver desde los ojos de mi personaje.
Blasphemy hace los honores y llama a la puerta de la casa. Ésta se abre unos cinco segundos después, mostrándonos a la inmortal y siempre joven Hell. Ahí está, con su descuidada melena ondulada en tonos castaños y negros, los ojos acristalados, la nariz enrojecida y vestida con un escotado vestido de color azul turquesa. Aun así, siempre lleva ese extraño maquillaje en sus pómulos, esas dos líneas horizontales que se asemejan a branquias.
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Sangre sobre el pan
Science FictionEl mundo a tus pies, y no lo sabes. El máximo poder en tus manos, y no lo sabes. Puedes encontrar a Gabriel con sólo pensarlo, y no lo sabes. No sabes nada, y nunca lo sabrás, porque El Juego es imposible. Nunca llegarás a su final. Nunca saldrás de...