Cap 8

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No podía dormir. Ni siquiera tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que me había metido en la cama hasta ahora. Tampoco lo quería saber.

Ojalá mañana no tuviera que ir al instituto, y así no tendría que madrugar. Podría pasarme la noche mirando por la ventana. Siempre me había parecido relajante el resplandor de la luz de la luna proyectada en la piscina de la comunidad.

Pero no. Mañana mi alarma sonaría a las 6:30, como todos los días. Por lo menos tenía los deberes hechos.

O la mayoría. Los había hecho después de volver de casa de Lisa.

Pero el caso es que no podía dormir. Me pasaba de vez en cuando. Hace unos años podía pasarme meses durmiendo sólo cuatro horas al día. Pero mi sueño se había normalizado ya.

O casi.

A veces me pasaba esto. De vez en cuando había unas noches que no podía dormir. Como ésta.

Al fin me dormí, ya entrada la madrugada. Pocas horas después sonó mi alarma.

Me levanté entre gruñidos e intenté salir de la trampa mortal en la que se habían convertido mis sábanas. Cuando por fin lo conseguí tanto ellas como yo estábamos en el suelo. Gateé hasta la mesa y me levaté, golpeándome con la mesa en la cabeza. Por fin llegué hasta la alarma, que en ese momento sonaba más fuerte que los gritos de Lisa. Reprimí el impulso de lanzarla contra la pared o tirarla por la ventana. No, mejor contra la pared. Hacía demasiado frío fuera para abrir la ventana, y...tengo la alarma en el móvil, así que... Vale, mejor no la lanzo contra nada.

Tienes que comprarte un reloj despertador.

No, no voy a gastar dinero en algo que acabará roto el próximo lunes. Y eso si llega al lunes.

Encendí la luz y, por accidente, acabé de bruces contra el espejo. Pero lo que más miedo me dio no fue que poco mas y tengo una lluvia de cristales encima, sino el reflejo del espejo.

Vale, esa no era yo. No, definitivamente mi espejo me había devuelto el reflejo de la persona equivocada.

Claro que eres tú, estúpida.

Vale, era yo. O...algo así. Mis rizos y tirabuzones eran ahora una irreconocible masa castaña, y tenía unas ojeras de aquí a China.

Suspiré, apesadumbrada. No podía hacer nada con mi aspecto. No me gustaba maquillarme mucho, pero no me quedaban muchas obciones. Maquillaje u ogro. Elegí echarme algo de corrector y ya. Recogí mi pelo en un moño, pero seguía pareciendo que me había topado con un cable mojado y me había electrocutado.

Cincuenta minutos más tarde salí de casa de camino al autobús. Doblé la esquina de mi casa y ya pude ver la paradadel autobús. Entrecerré los ojos al ver una figura vagamente reconocible frente la ella.

Oh, no.

Oh, sí.

Abrí los ojos desorbitadamente al ver arrancar al autobús. MI autobús. El que me tenía que llevar al instituto. Un instituto a cuarenta minutos de mi casa.

Corre.

No esperé más y arranqué a correr . La mochila me golpeaba el trasero y cuando llegué al autobús respiraba como una morsa asmática. Agité los brazos con fuerza sobre mi cabeza y le hice señas al conductor para que parase. Él se asomó por la ventanilla y me vió.

- Pare el autobús, por favor- rogué.

Me miró socarronamente y aceleró el autobús. Yo miré con el alma por los suelos cómo se alejaba el autobús, y con él mi único medio de transporte.

Mierda.

Un encuentro inoportuno© [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora