Cap 10: Miradas pervertidas

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Aceleré el paso, repentinamente nerviosa. De un momento a otro, tenía los nervios a flor de piel. No dejaba de lanzar miradas por encima de mi hombro, convencida de que alguien me seguía. Pero eso no era posible, todo el mundo estaba en clases... ¿verdad?

Uy... Abres puertas, sientes "presencias extrañas" que te siguen... Tía, tú estás como una puta cabra, lo sabes, ¿no?

Bufé y puse los ojos en blanco.

No estás siendo precisamente oportuna, subconsciente.

Es que estás exagerando. El helado no se ha acabado, y en casa tienes palomitas para un mes por lo menos. ¿Se puede saber por qué te preocupas?

No tuve oportunidad de responder, porque un repentino movimiento apareció en los límites de mi campo de visión. Me giré rápidamente hacia la "mancha negra", pero algo me empujó con fuerza antes de que pudiera ver nada. Me estampé con fuerza contra las taquillas y se me oscurecieron los bordes de la visión. Jadeé por la fuerza del impacto y levanté la vista.

Ante mí se hallaba un cabreadísimo Ethan. Sus ojos azules, normalmente impasibles y calmados, eran más oscuros de lo normal. Estaba furioso.

Traté de calmarme para no parecer asustada y poder decir palabras coherentes.

- Ethan Britt, si no te apartas de mí, entraré a tu casa y robaré hasta que solo quede comida sana. - le apunté con un dedo amenazadoramente.

Él me miró extrañado por un momento. Luego sacudió la cabeza, como si recordara qué estaba haciendo aquí.

- ¿Cómo has hecho lo de antes? - preguntó. Su voz era grave y estaba algo ronca. Era... sexy.

¿En serio, Trish? ¿No se te ocurre otra cosa en la que pensar?

- Contesta - exigió Ethan, trayéndome de vuelta a la realidad.

- ¿Cómo he hecho qué? - pregunté yo, asustada por su tono.

- ¡Lo de antes, joder! ¡Sabes perfectamente de qué te estoy hablando!- gritó, frustrado. Se pasó los dedos por el pelo y bufó.

- Mira, no sé de qué mierda me estás hablando, pero no tienes derecho a venir aquí a reclamarme lo que hago o lo que no hago. Así que vete a romper el corazón de alguna de esas zorras que te siguen como perros falderos y déjame en paz. He estado andando cuarenta y cinco minutos lo más rápido que he podido sólo para llegar a clase, y aún así he llegado demasiado tarde. Te recomiendo que no me sigas tocando las narices, porque no estoy de humor. Ahora vete.- le empujé con todas mis fuerzas, pero no se movió ni un milímetro.

- Has abierto la puerta mientras estaba cerrada con llave.

Se me cayó el alma a los pies. ¿Es que todo mi discurso no había servido para nada?

Ethan me miraba expectante, esperando una explicación. Yo apoye mi espalda en las taquillas (lo poco que quedaba sin apoyar) y me deslicé hasta sentarme en el suelo. Suspire y empecé a hablar, rendida.

- Mira, no tengo ni idea de cómo lo hago. Simplemente hago cosas que ni yo misma entiendo. Cuando era pequeña y me asustaba por alguna película, se iba la luz. Mientras dormía, mis juguetes sonaban y se movían solos, incluso después de que mis padres les sacaran las pilas. Durante unos años era capaz de controlar mis sueños, y cuando perdía el control podía salir de ellos a voluntad. A medida que crecía fui perdiendo algunas cosas. Supongo que realmente cambió cuando cumplí los doce. Supongo que siempre he sido algo extraña.

Para mi asombro, Ethan no se burló, sino que se sentó a mi lado. Durante unos minutos, reinó el silencio. Un silencio cómodo, de los que llenan el aire y nadie se atreve a romper por miedo a destruir la magia que se crea.

Pero Ethan llevaba mal eso del respeto.

- Así que te gusta la lencería negra, ¿eh? - miró el trocito de sujetador que se veía por haberme sentado sobre la camiseta y me lanzó una mirada pervertida.

Justo entonces sonó el timbre, ahorrándome la sarta de insultos que tenía preparada para Ethan.

Esto no se quedará así.

Por una vez, mi subconsciente y yo estábamos de acuerdo.

Un encuentro inoportuno© [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora