Capítulo 40

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S07C40:
EL FINAL DEL CAMINO

***

Estábamos a un paso cuando se escuchó el disparo y el chalet se iluminó cuál ráfaga por una luz fugas y efímera que esfumó todo clima de tranquilidad. Entonces, en ese preciso momento comencé a correr con todas mis fuerzas hasta el porche. Con una fuera animal, abrí la puerta de la casa y fui testigo de una escena que mis ojos jamás podrán olvidar: Samanta se desplomó en el suelo en el mismo instante en el que Lucas volteó para verme.

— Lo siento —exclamó con lágrimas en los ojos mientras se acercaba hasta mí.

Y en ese momento, escuché un último disparo.

Cuándo volteé hacia mis espaldas, Douglas bajaba el arma. Había asesinado a Lucas.

***

Todo sucedió como si fuera en cámara lenta: el cuerpo sin vida de Lucas cayó frente a mis ojos. Y a sus espaldas, Amy permanecía en un estado de shock, Cassie tumbada en el suelo observándolo todo, Todd llorando desconsoladamente mientras Logan lo retenía, y no había aparentemente, señales de Hillary por ninguna parte.

Recostada en el suelo frío de la sala estaba Samanta, quién poco a poco comenzaba a desangrarse. Sus rizos dorados se tornaban de un tono escarlata mientras si piel perdía luminosidad y color. A la vez, su respiración se aceleró, y sus delicadas y finas manos temblaban con rapidez.

En ese instante no pude pensar en otra cosa que no fuera en Peter, quién estaba a metros de la cabaña e ignoraba completamente el hecho de que su madre estaba muriendo.

— ¿¡Qué sucedió!? —exclamó el muchachito mientras se acercaba a toda velocidad.

Lo detuve bruscamente mientras con mis brazos intentaba retenerlo y hacer que no observara el interior.

— ¿Qué sucede Thomas? ¡Thomas! —intentó zafarse.

— Perdón, Peter, perdón...—me quebré en llanto.

Entonces sus ojos angelicales lograron ver el cuerpo de su madre en el suelo, rodeado del montón de sangre. Y pude sentir como su corazón se aceleraba, su respiración se entrecortaba, su pulso aumentaba y como las lágrimas comenzaban a salir de sus ojos.

— ¡MAMÁ! —gritó en el vacío.

Y luchó, luchó con todas sus fuerzas para zafarse de mí y correr a los brazos de su madre.

Avanzó entre nosotros, mientras Todd se ahogaba entre sus lágrimas saladas y Logan lo soltaba para que se reuniera con su hermano. Y así fue, ambos gemelos se posaron a un lado de Samanta, quién poco a poco se descompensaba y moría.

— ¡No, mamá por favor, no nos dejes! —rogó Todd.

— Ma, mami... —Peter estaba inmóvil ante el cuerpo.

— Sh... sh —intentó calmarlos ella —. Está bien, estoy bien...

El par de muchachos continuaban llorando sin compasión alguna.

— ¿Me darás un beso antes de partir? —le pidió ella a Peter con una sonrisa en el rostro.

Entre lágrimas y suspiros frenéticos, él asintió.

— Lo siento... lo siento tanto... no quise tratarse así —se lamentó.

— Están creciendo, y lo entiendo, hijo mío —consoló ella.

— No te vayas... no nos dejes como papá ¡por favor!—habló Todd.

— Tengo que irme ¿de acuerdo? Sólo recuerden nuestras charlas, recuerden nuestras risas, nuestros llantos, nuestros momentos juntos —pidió ella —. Recuérdennos, a papá y a mí...

El Diario de Thomas J. (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora