5. ¡Sorpresa!

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ALICE

Llevo aguantando los interrogatorios incesantes de Mey un mes y medio. Ya no lo aguanto más, ya no sé qué más decirle para que deje el tema.

Es que es un bombazo.

Cállate. Por favor, últimamente ni me soporto a mí misma.

—Venga Alice, ¿vas a contarme algo del chico misterioso algún día? No es justo, yo te lo cuento todo.

Hago oídos sordos. Me siento en el sofá y empiezo a cambiar compulsivamente de canal. Estoy cansada de la sesión fotográfica que hice hoy.

El dueño del local no estaba conforme nunca, "quiero que salga con vida" "¿no puede hacer el enfoque con más precisión?" "yo le pondría más luz"

Insoportable. Si llama a un profesional, ¿por qué no me deja hacer mi trabajo?

El ruido que hace Mey desde el aseo evita que siga pensando en el odioso cliente.

— ¿Qué estás buscando, para hacer tanto ruido?

—Los tampones. No compraste.

—No, ¿cuándo se acabaron?

—Estás de coña. Los acabé el mes pasado y como siempre te viene a ti dos semanas después, me despreocupe de ir al supermercado.

El corazón empieza a latirme con fuerza. Empiezo a calcular mentalmente mi última menstruación.

Me levanto del sofá con las piernas hechas gelatina. Mi mejor amiga sale con cara preocupada del baño y se me queda mirando el vientre.

Automáticamente llevo mis manos al mismo.

No. No puedo estar embarazada. Usamos anticonceptivos, los condones no fallan ¿no?

Ni que fueras una experta.

Serán los nervios, el estrés por el trabajo, la polución medioambiental, los cambios hormonales o ....... la menopausia. ¡Sí! Tiene que ser algo de eso.

—Dime que usaste condón.

—Pues claro que usamos, ¿quién me crees acaso, una adolescente alocada que no sabe lo que hace?

Por Dios, pero qué me pasa. Me llevo las manos a los pechos, desde hace unos días empezaron a dolerme y lo asocié a que me tendría que venir pronto la regla.

—Ahora mismo bajo a por una prueba de embarazo. Tú no te muevas.

Moverme, pero si no puedo ni pestañear.

Mey sale de casa corriendo, dejándome sola con todos los miedos e inseguridades de golpe.

Doy vueltas y más vueltas alrededor del sofá. Me fijo que los platos de la cena de ayer están sin fregar.

Y aquí estoy yo. Con un posible bebé en mi interior y lavando los cacharros, como una auténtica desquiciada.

La puerta de la entrada se abre.

— ¡Ya llegué! ¿Pero qué coño haces? Estoy atacada de los nervios y tú te pones a limpiar la casa.

Echo el estropajo a un lado y la miro con unas ganas tremendas de llorar. Las lágrimas se me agolpan en los bordes de los ojos, con tan solo pestañear sé que caerán.

—Eh, tranquila. Sabes que estoy contigo pase lo que pase. Somos más que amigas, eres una hermana para mí.

Se acerca hasta mí y me abraza.

En busca de Adam. Saga Slow Death_1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora