II

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— No entiendo nada, necesito que me des una explicación razonable de todo esto lo más rápido posible.

Taeyong dio un profundo suspiro, cerrando sus ojos momentáneamente para luego comenzar a hablar.

*

Era la fiesta de cumpleaños de Yuta, este siempre acostumbraba a realizar grandes eventos en los que todos se divertían.

Aquel año Taeyong tenía que ir solo, había invitado a Ten, pero su novio no se lo permitió, obligándole a ir con él.

Al ver a su amigo entrar con unos ajustados pantalones, zapatillas y una camisa que destacaba la pureza de su piel sintió su cuerpo alterarse, teniendo que calmarse si no quería recibir una paliza de parte de Johnny.

Desde primaria estaba enamorado de Ten, aquel chico lo había conquistado cuando nadie era capaz de hablarle o siquiera de dirigirle la mirada. La docente los había sentado juntos y él comenzó a mostrarle sus borradores con formas extrañas como si fueran lo más maravilloso del mundo. Era un chico muy alegre, extrovertido y curioso, algo muy diferente a lo que se había convertido; un adolescente con el corazón roto, herido, que pasaba la mayor parte de su tiempo llorando en su habitación por las peleas con el estúpido de su novio.

La noche transcurrió tranquila hasta que comenzaron a escucharse gritos provenientes de la sala, Ten estaba algo alcoholizado y Johnny gritaba sin parar. El menor había comenzado a llorar y esto empeoró cuando su novio lanzó uno de los vasos contra la pared, abandonando la casa luego.

Taeyong no tardó en acercarse al menor, ayudándolo a caminar mientras Yuta le indicaba la habitación para que pudiera llevarlo a descansar.

— Soy un imbécil, Tae, es mi culpa — sollozaba sin parar, hundiendo su rostro entre las almohadas de la cama. — No merezco que me amen.

— Si fuera así yo no te amaría — una leve sonrisa se hizo presente en los labios del chico. Sabía que él no lo recordaría, Ten perdía totalmente la memoria luego de sus borracheras.

— ¿Tú me amas? —preguntó, observándolo algo confundido, parpadeando lentamente.

— Mas de lo que cualquiera, incluso Johnny, puede llegar a amarte.

Ten sonrió algo adormilado, acomodándose en la cama. El contrario se acercó a cubrirlo con las mantas, pero este tiró de su brazo, provocando que cayera junto a él.

—Duerme conmigo, no quiero estar solo. —pidió, escondiendo su cabeza en la curvatura de su cuello.

Los vellos del mayor se erizaron ante su cálido aliento. Una de sus frías manos tomó la mejilla de este, acercando ambos labios mucho más de lo permitido. Taeyong no podía creer que alguna vez tuviera aquella cercanía con el amor de su vida y no tardó en acortar la distancia, juntando sus bocas en un cálido beso.

Los movimientos eran suaves al igual que sus labios. Jamás había imaginado que Ten podría saber de un modo tan dulce incluso bajo los efectos del alcohol, ahora comprendía porque Johnny lo adoraba tanto. Ten era una adicción preciosa.

Una de sus manos acarició la cintura ajena inconscientemente y su lengua se adentró en su boca. Taeyong iba a detenerse, debía hacerlo, pero al oír un pequeño jadeo escapar de los labios de su amigo perdió todo su control.

Comenzó a quitar su camisa, bajando con leves besos por su cuello, sintiendo su delicada piel. El aroma de Ten era único, adictivo, la perfección hecha persona. Una de sus manos se posó en la entrepierna del menor, acariciándola con suavidad mientras el otro no podía evitar soltar algunos jadeos.

Sus cuerpos estaban envueltos en las sabanas, ambos se encontraban casi desnudos y Taeyong consiguió quitar su ropa interior, admirando aquel perfecto miembro que se imponía frente a él. Lo tomó con una de sus manos, comenzando a acariciar toda su extensión a la vez que Ten se aferraba de las sabanas, gimiendo de placer, pidiendo por más caricias.

—Tae, te necesito, ayúdame a olvidar todo —suplicó, mordiendo su labio inferior mientras la mano ajena se movía con mayor rapidez.

Pero un fuerte golpe en la puerta los interrumpió, seguido de un grito.

—Voy a matarte, hijo de puta.

Esa voz era inconfundible y agradecía el haber cerrado la puerta con seguro, aunque no duraría mucho tiempo. Comenzó a ayudar a vestir a Ten, tomando su ropa, pero se detuvo cuando este empezó a reír, moviéndose entre las sabanas.

— ¿Funcionó? —Su ceño se frunció levemente al oír aquello. — ¿Johnny nos oyó? ¿Ahora volverá a mí?

Una punzada en el pecho del mayor hizo que decidiera dejar a Ten allí, abriendo la puerta cuando supo que Johnny no estaba fuera, asegurándose de que nadie entrara de momento.

Había creído que al besarlo él sentiría algo especial pero no fue así, él solo lo utilizó.

Replica. ↪ TaeTen ; JohnTenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora