One

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Bien empecemos, cuando toda la loca historia de mis padres comenzó, ellos aún tenían 17 años.

Ninguno se conocía hasta que Laura Marano, una chica... ehm... como decirlo sin que suene feo? Con mucha libertad. Vestída de shorts de vaquero, blusas Semi transparentes negras, que le llegaban al ombligo. Cabello suelto, largo, ondulado y con las puntas violeta fuerte. Sonrisa juguetona y lenguaje para nada agradable; iba caminando por la calle en Nueva York, en busca de un paquete nuevo de cigarrillos, choco con el.

Ross Lynch, rubio, cabello largo y despeinado, jeans desgastados, converse negras, camisas que prácticamente sólo faltaba desabrochar un botón y la clásica chaqueta de cuero. Sonrisa ligeramente pervertida pero a la vez encantadora. Ojos marrones cautivadores.

El iba en busca del mismo paquete de cigarrillo.

Llamenlo coincidencia, tal vez destino, pero; la cosa es que yo. Soy parte de esa "coincidencia".

Y les contaré la historia. Prepárense.

Todo comenzó ese día de verano... Laura iba caminando con un chupetin en la boca, provocando a cada hombre que pasaba a su costado...

***

-Hey chicos - sonrió para los castaños que la miraban deseosos.

Le faltaba sólo una cuadra para llegar a la despensa. Necesitaba fumar lo antes posible, las cosas se habían puesto feas de nuevo.

Estaba a punto de entrar a la despensa, cuando choca con alguien, pierde el equilibrio y cae al piso.

- ¿Que te pasa imbecil? - pregunta enojada desde el piso.

-Vos te metiste en mi camino, deja de joder.

Laura levanta la vista rápidamente, encontrándose con lo que no esperaba.

Un rubio con pinta de malo, más o menos de su edad. Arqueo una ceja y se levantó del suelo sonriendo.

El rubio la examinó de arriba a abajo. Estaba buena, eso no lo negaría. Pero tenía ese aire de superioridad, que... solo el tenía.

- No vuelvas, a cruzarte en mi camino rubio. - amenazó sonriendo.

-Créeme, no lo haré, castaña.

Bufaron al mismo tiempo y entraron a la par a la despensa. Se miraron extrañados y siguieron su camino hasta el mostrador.

- Deme un malboro de 20. - dijeron al mismo tiempo.

Se miraron con el ceño fruncido y volvieron su vista al empleado.

-Lo siento, solo me queda uno. - dijo sacando el ultimo paquete de cigarrillo.

-Yo lo quiero. - se lo arrebato rápidamente Ross.

-Ni lo sueñes, yo lo quiero. - reprochó Laura sacandole el paquete de sus manos.

-¿Por qué tendría que dártelo? - se lo volvió a sacar.

-Soy mujer. Duh... - se lo saco.

- ¿Y eso te da derecho a...?

-A que me respetes idiota.

- El respeto va para ambos géneros, inútil.

- Pero más para la...

Adictos. ||Raura||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora