Capítulo 2.

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Castillo y fantasmas.

¡Al fin puedo bajarme de ese avión!

Estuve en ese avión no sé cuántas horas, pero por fin aterrizamos.

Alexander, Giselle y yo estamos esperando para que nos entreguen nuestras maletas. Ellos piensan que exageré mucho en el viaje. Pero con solo pensar que estoy volando a la altura de donde se encuentran las nubes, me paralicé.

¿Qué hubiera pasado si el avión se hubiera caído? ¿Aún seguiría viva? Por supuesto que no.

Tomo mi celular y le mando un mensaje a mis padres.

Ya llegamos a Alemania, por suerte sigo viva. El avión no se ha caído. Le aviso cuando llegue a la casa de Alexander.

Mil besitos, los amo.

Presiono enviar y bloqueo mi celular. Alexander me pasa mis maletas y las tomo. Los tres caminamos en silencio hasta la puerta de salida.

Todo está en alemán, y es algo confuso y agobiante. Sólo tengo que acostumbrarme.

Al salir una limusina nos espera en la puerta. Un hombre se baja del auto, nos saluda educadamente y toma nuestras maletas para guardarlas en el baúl.

Entramos al auto y nos sentamos en la gran limusina. Escucho que Alexander y Giselle habla pero no les presto atención.

Me siento muy cansada, me duele la cabeza y la panza. Me siento mareada y, maldición, realmente cansada. En el viaje no pegué ni un ojo.

Además que al llegar aquí una presión en el pecho se apoderó de mí.

Siento una mano en mi hombro, pero la ignoro y apoyo mi cabeza contra el vidrio de la limusina.

—Escúchame, Kim, por favor, mírame.— Escucho a Alexander suplicar. Volteo mi rostro hasta poder mirar el suyo y lo único que veo es un rostro realmente preocupado.

Siento como me tambaleo y caído arriba de él. Él me sostiene, y me dice cosas que no logro escuchar porque mi conciencia se va...

Siento mi cabeza explotar, mis ojos pesados y esa presión en el pecho que no me deja respirar muy bien.

Abro los ojos con gran esfuerzo.

Me encuentro en una habitación bastante grande. Decorada con cosas de las épocas pasadas. Pestañeo repentina veces. Y me destapo para levantarme. Camino para una puerta, que supongo que es el baño.

Abro la puerta y un pintoresco baño está ante mí. Hago mis necesidades y me miro al espejo. Tengo grandes ojeras y mi rostro muestra muy cansancio y dolor.

Lavo mi cara y salgo del baño, camino hasta la puerta y la abro.

Frente a mí se encuentra un gran pasillo muy alto, con decoraciones antiguas y arañas.

Camino con cuidado y sin hacer mucho ruido hasta llegar a unas muy grandes escaleras, me asomo por ellas y me quedo realmente asombrado.

Esto es un castillo.

Bajo las gigantescas escaleras y llego hasta la cocina. Como el resto del castillo tiene detalles súper antiguos. Me sobre salto al sentir una mano en mi hombro. Volteo con el corazón acelerado.

Una mujer con un traje de mucama se encuentra frente a mí, sonriente. Es muy pálida, ojos oscuros y cabello rubio casi blanco, es delgada y muy linda.

—Hola soy Amira, la mucama del castillo.— Se presenta. Le sonrío.

—Hola es un placer, soy Kim Jara. Mejor amiga de la sobrina de Alexander.—Me presento. Ella me analiza sin borrar su sonrisa.

AsfixiadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora