He aquí mi vida.

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Esperaba más. Deseaba vivir mis sueños, amar y ser amada, ver crecer a los hijos que quería tener y envejecer al lado del amor de mi vida. Esperaba más, pero de aquellos anhelos hoy no me queda nada. Miércoles 31 de diciembre, la navidad se volvió una hipocrecía, una vil farsa. Aquí estamos en la fiesta de fin de año pretendiendo que somos un feliz matrimonio joven como si fuera verdad, como si solamente importase lo que el resto debe pensar. Es todo tan absurdo. Valla que aprendimos a fingir tras cuatro años de un matrimonio fracasado, roto, amargo.
Yo soy María Alicia Herrera Cruz y me casé con Rodrigo De Alvarado Méndez por amor, y era amor lo que esperaba recibir en la medida en que entregué. Yo era su mundo, me lo juró en incontables oacasiones, me aseguró que era yo quien lo hacía feliz, pero tal vez he fallado, yo aseguraba que él me producía hermosos sentimientos, pero creo que ahora él me ha fallado. Me sorprende de mí misma el prolongado lapso de tiempo que puedo mantener una sonrisa con las comisuras bien en alto al igual que mi frío esposo. Me paseo contenta en apariencia aunque me muero de aburrimiento, actuar en demasía cansa de la misma forma en que todo es malo en exceso, incluyendo al amor.
Celebramos en casa de Gonzalo, un compañero de trabajo de Rodrigo que es casado. Como buenos anfitriones se portan amables y atentos con los invitados, Gonzalo y su esposa lucen radiantes y enamorados, me pregunto si son reales u otro fragmento de falsedad quebrado por dentro, condenado a la desolación, seguro eso son, seguro eso somos todas las parejas aquí, nada más que un montón de mentiras ahogadas en sonrisas forzadas.
Las festividades transcurren, han finalizado llevándose consigo su espíritu de calidez, mas no hay de qué angustiarse, la casa dejó de ser un hogar, es fría en cualquier época del año. Me despierto por la mañana encontrándome con otro monótono día en el que me encuentro sola, pero éste en específico romperá la farsa, hoy es Lunes 17 de febrero, tenemos cita en los juzgados y naturalmente llegaremos por separado; una vez allí, se encuentran a nuestro lado nuestros abogados y a nuestra disposición el papel que al fin disolverá nuestro compromiso, hace cuatro años había ante nosotros un papel para unirnos, éste nos separa ahora después de varios intentos, me rindo y firmo, Rodrigo también lo hace seguido de mí, habríamos de estar satisfechos pero ya ni siquiera somos capaces de sentir. Dos personas. Dos papeles. Dos ocasiones. Dos asuntos. Todo. Nada.
Lunes 17 de febrero, he aquí mi vida, yace aquí el amor. A nadie le importa quién tendrá la casa así que me la quedaré yo. Todo ha terminado. Regreso en mi automóvil, para cuando llego mi ex esposo está recogoendo sus pertenencias más rápido de lo que pensé. Me comporto indiferente, no hago ni un solo ademán de despedida, ya ha sido suficiente y tras verle cerrar la puerta todo se acabó, he aquí mi vida. Incapaz de manifestar cualquier emoción, me encierro y me quedó entre las paredes que alguna vez me abrigaron y hoy sólo me ocultan dentro de sí.

Prometimos "Para Siempre" Colección Relatos De Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora