Llegó la comida china y me la terminé toda, estoy a reventar. Comienzo a caminar por la sala cuando me percato de que los pequeños me están siguiendo, se tambalean al andar y van tan juntos que de repente se caen unos sobre otros, a cualquiera le provocarían una risa de ternura, incluso a mí. Continúo avanzando para verlos siguiéndome, dan cortos pasos maullando, y al hacerlo dejan ver sus minúsculos colmillos. Si están despiertos probablemente tengan hambre, abro la alacena encontrándola vacía, debo ir a comprar la despensa y apresurarme para alimentar a los mininos.
Bajo del automóvilby entro a la tienda departamental, me apuro a buscar leche y atún más lo básico para mí. Tengo la buena suerte de ser atendida enseguida y con rapidez por una joven cajera y un anciano empacador al que colocan ahí para recibir propina y le doy unas monedas. Camino por el estacionamiento lo más rápido que puedo y entonces ahí está él. Nuestras miradas se cruzan, recuerdo la última vez que nos vimos, no dijimos ni adiós, pero hoy algo ha cambiado e involuntariamente hago curva con mis labios en forma de sonrisa, que me es devuelta por Rodrigo, en un instante todo es tan perfecto como hace años lo era hasta que me doy cuenta de que está acompañado por Gonzalo y su esposa, no es ése el problema, el problema es la otra mujer que viene con ellos. Me quedo perpleja ante lo que veo y escapo del lugar sintiéndome estúpida de nuevo.
Camino y camino hacia mi auto y al instante, Rodrigo me alcanza no sé por qué ni para qué si el va bien acompañado. No me detengo a averiguar y me meto rápidamente al carro para arrancar, salgo huyendo de ahí, más que huir de él o del resto, huyo de mi propia realidad, realidad en la que soy una divorciada ermitaña criadora de gatos. Conduzco hacia mi casa para alimentar a los gatos y encerrarme, ocultatme.
Los pequeños felinos han comido y estarán tranquilos, ya duermen de nuevo, mientras yo me quedo en el estudio con sensadiones de ansiedad y angustia, dolor, nostalgia... Ésa otra mujer es la culpable, posiblemente ella nos separó, he perdido para siempre a Rodrigo... No, no puedo perder lo que nunca fue mío y ella tiene la culpa, se metió entre nosotros.
Entre llantos y sentimientos desgarradores me quedo dormida.
No son más de las cuatro de la tarde y me siento agotada por el llanto, qué suerte que no estoy maquillada, no me maquillo por gusto hace mucho, sólo cuando salía con Rodrigo... Rodrigo. Tengo hambre, o quizás no, quizás es sólo el vacío. Vuelvo a pedir comida china debido a lo cansada que me siento y me encuentro con que hay una promoción de dos por uno, por más que insisto en que sólo quiero una orden, me traen la otra.
Deambulo unos momentos por la casa mentalizándome para comer mucho cuando escucho que llama alguien a la puerta y me grita una voz de borracho, abro molesta por el escándalo y es... Rodrigo. Dudo que se pueda sostener por completo, no sé ni cómo hizo para venir, se deja caer sobre mí y acabamos en el suelo. Estoy dolida pero en este instante gozo de cierta alegría. Lo hago subir a la que fue nuestra habitación y lo recuesto para colocarme a su lado como lo hacía hace tiempo. No sé si estoy aprovechándome de él pero ni siquiera me importa, no puedo caer más bajo. Quiero estar junto a él y sentirlo mío. Nos quedamos dormidos.
Despierto y no está Rodrigo a mi lado, era de esperarse, no sé qué pensaba. Ya estoy tirada en el piso hincada derramando lágrimas hasta que lo veo entrar a la habitación, levanto mi llorosa vista y se agacha.--¿Estás bien?--Pregunta como si no fuera obvia la respuesta.
--¿En qué universo paralelo alguien que se echa al suelo para llorar está bien?--Le respondo entre sollozos.
Me abraza y me llena de alivio, correspondo su acto, me ayuda a levantarme y se disculpa por las condiciones en que llegó hace un par de horas, me dice que me extrañaba y estando rbrio se guió por los impulsos. No hay otra mujer, sólo yo soy especial.
Bajamos a cenar, hay dos órdenes de comida china de la cual ya no dejo sobras, he aprendido a aprovecharlo todo. Conversamos sobre nuestros días y le agrada lo de los gatos, los vamos a conservar, sí, vamos; prometimos "para siempre" y estamos juntos para cumplirlo.
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Prometimos "Para Siempre" Colección Relatos De Amor.
De TodoCuatro años de matrimonio que marchitan al corazón, haberlo tenido todo y luego nada, fallar a la promesa y... ¿rendirse?