Rosa es una pequeña niña de cabellos castaños. Era muy adorable, y muchos decían que era sinónimo de la dulzura. Pues era una niña muy buena que todos querían y adoraban. Ese mismo día, Rosa empezaba las clases en su nueva escuela y por ende, no podía estar más que entusiasmada y al mismo tiempo; nerviosa.
—Mi nombre es Rosa y vivo con mis padres y mi prima. La niña sonreía dulcemente a sus compañeros, jugueteando con sus manos con nerviosismo porque la mayoría de los niños la observaban con ojos risueños y divertidos. La profesora pensaba que era una niña preciosa y tierna. Y a pesar de ser tan estricta, decidió ayudarla.
—Y, ¿cuántos años tienes, Rosa? —Rosa miró a su nueva maestra y lo pensó.
—Cinco —respondió la niña, aún muy nerviosa por estar allí; de pie en frente de todos.
—Bien, Rosa. Puedes sentarte en aquel lugar —dijo la mujer señalando el dicho asiento.
La castaña le sonrió y le respondió "gracias", sabiendo que siempre tenía que ser educada con todos y aún más con las personas que no conocía. Caminó lentamente hasta el único pupitre que estaba vacío: el final de la última fila. No le gustaba. Era bajita, y un chico tan gordo y grande como una de sus pelotas rosada y hecha de goma, no la dejaba ver.
—¿Quieres sentarte aquí? —le pregunto una niña al lado de ella, que era alta y delgada como un palillo.
—Hmm... —Rosa pensó en si aceptar, apenas se conocían. Pero a Rosa le pareció una niña buena, así que iba a aceptar la oferta— Está bien —las niñas cambiaron de puesto, claro que hicieron bastante ruido al momento de intercambiar lugares, cosa que fue inevitable. Cuando estuvieron cómodas con el lugar, la pequeña castaña se animó a hablarle:
—Me llamo Rosa, ¿y tú? ¿Cómo te llamas? —Preguntó Rosa, cohibida.
—Sofía —Respondió alegre la niña alta.
Al finalizar la clase, la profesora salió un momento dejando la puerta abierta, y con un chico de los cursos superiores cuidando a los niños pequeños. Por si pasaba algo mientras ella no estaba, el chico iba a estar alerta ante todo.
—Rosa —la llamó Sofía y la aludida la miró— ¿Quieres ser mi amiga? —la petición de la niña hizo que Rosa se sorprendiera, la niña instantáneamente se sintió feliz. Rosa asintió, y a la vez que lo hacía, vio que tres niñas más se acercaban a Sofía.
—Ella va a jugar con nosotras —les dijo Sofía a las demás niñas.
—Yo no quiero que ella juegue junto a nosotras —dijo una, a la vez que contraía su cara con asco, al dirigir su mirada a Rosa.
—¿Por qué? —le preguntó Rosa.
—Me caes mal —repuso con desprecio.

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Rosa y el hombre mudo.
FantasyTítulo original: Rosa y el hombre mudo Autor: Daniela Alpargatero © 2014 Edición y corrección: Fernanda Leyva © 2014 Diseño de portada: Daniela Alpargatero © 2014 Diseño de interiores: Shura Belov © 2015 Editorial Raining Words © Obra Registrada en...