Capítulo 6

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Mientras Paula y yo seguíamos a Diego y a su amigo, que al presentarse nos había contado que se llamaba Alberto, Paula me susurró al oído:

-Tía, en la fiesta no me di cuenta, pero es bastante mono.

Yo le lancé un mirada cómplice y me reí.

Sofía, acéptalo, tiene una sonrisa.... madre mía.

Calla.

- Vamos a tener que caminar un rato hasta llegar a nuestro destino -dijo Diego sonriendo- pero valdrá la pena, ya lo veréis.

- ¿En serio? -dije yo a punto de quedarme sin pies- estos zapatos me matan los pies. Si queda mucho...

A ver, cariño mío, es que a quien se le ocurre ir con unos tacones aunque sean de poca altura, al centro comercial.

Sabes que necesitaba probarme ese vestido del que me enamoré, y necesitaba probármelo con esos zapatos. Lo necesitaba para seguir viviendo.

Cierto.

- Chicos, si eso ya quedamos otro día para ir a ese lugar tan secreto y perfecto del que habláis... - dije con tristeza. La verdad es que tenía ganas de conocer a esos chicos y de conocer el sitio a donde nos querían llevar.

-Vale, pero con una condición, dame tu móvil, es justo y necesario. -dijo Diego mirándome como de costumbre, con esa sonrisa divertida.

¿Por qué es tan condenadamente sexy cuando sonríe? ¿Y por qué te está mirando con esos ojos?

Me estas poniendo nerviosa, vale ya, en serio.

Paula decidió venirse conmigo, y una vez que les dimos nuestro teléfonos emprendimos el viaje de vuelta a casa.
Cuando apenas llevábamos treinta segundos caminando, alguien me dio unos golpecitos en la espalda, y, sin que pudiera reaccionar me cogió en brazos de una forma bastante ágil y comenzó a caminar conmigo encima.

- ¿QUÉ HACES JODER? -dije yo al darme cuenta de quien era - ¿Era necesario ese susto? ¿Y por qué narices me estas llevando en brazos?

- Tú te vienes conmigo al sitio que te he dicho, no me gusta esperar -dijo guiñándome un ojo - lo de pedirte el teléfono no era más que una excusa para tenerlo. -añadió riéndose.

- Sabes que así no se hacen amigos ¿no? -la verdad es que iba bastante cómoda, pero no lo pensaba admitir, tengo mi orgullo.

- Acabarás queriéndome, o por lo menos, teniéndome cierto cariño. No suelo ser tan cabrón como ahora, pero era una situación límite y sabía que no ibas a aceptar. -explicó.

La verdad es que hablaba tranquilo y a mí parecía que estaba hablando con sinceridad.

- ¿Cómo sabes que no iba a aceptar?

- Oh vamos, te he visto andar todo el camino y hasta a mí me dolían los pies solo de mirarte. -dijo tornando los ojos y sonriendo - ahora vamos a mi sitio favorito y no vale quejarse, que te estoy cuidando. -y me dio un beso en la frente que no supe muy bien a que vino.

Tendrás que aceptar que es simpático, no me jodas Sofía.

Vale, es simpático. Y puede que me guste un poco su forma de sonreír, pero solo un poco.

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Nota de la autora:

Diego en multimedia

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⏰ Última actualización: Dec 02, 2015 ⏰

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Se me olvidó decir te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora