-Por supuesto -dijo ella, pasándose los dedos por el muslo. Metió los dedos bajo la camisa, y a Thomas se le oscureció la mirada.-Sí -dijo él con la voz ronca-. Acaríciate. Quiero mirarte. Quiero verte separar los muslos y meter la mano entre ellos.
-Todavía no, Excelencia. No habéis conseguido arrebatarme otra pieza.
Él gruñó. Gruñó como un animal, y ___ se echó a reír. Sin embargo, su carcajada cesó bruscamente, porque él le robó la torre. Thomas puso la pieza con las demás y volvió a concentrarse en ___.
-Quiero verte acariciándote, y quiero que me mires y digas mi nombre mientras lo haces.
___ separó las piernas y le mostró el sexo. Se pasó un dedo por los labios y se los separó, y se tocó el clítoris con la yema del dedo. Cerró los ojos y gimió, sabiendo que él la observaba.
-No, ___. Abre los ojos y mírame.
Ella obedeció, y al mirar a Thomas, se sintió atrevida y bella.
-Thomas -susurró, mientras se llevaba a sí misma hacia el orgasmo.
-¿En qué estás pensando, ___? -le preguntó él, mientras se levantaba de la silla.
Ella arqueó las caderas y se mordió el labio para contener un grito.
-Dime, ___, ¿cuáles son los pensamientos que se te pasan por la cabeza?
-Pienso en lo mucho que deseo sentir tu boca en mi cuerpo, dándome placer. Y en lo mucho que deseo mirarte mientras lo haces.
Thomas se acercó al diván y se puso de rodillas. Observó sus dedos, que entre los pliegues rosados de su sexo acariciaron el pequeño botón de carne hasta que su cuerpo se arqueó y se tensó, y sus muslos comenzaron a temblar.
-Cuánto deseo estar ahí -dijo él.
-¿Dónde? -preguntó ella, con las mejillas ruborizadas. Sus pechos subían y bajaban pesadamente contra su camisa.
Él le pasó los dedos por el sexo.
-Aquí, sintiendo que tu precioso cuerpo ciñe al mío.
Entonces ella llegó al orgasmo, y él lo vio todo. Vio que su cuerpo se retorcía y se tensaba. Vio que sus senos se hinchaban y que sus pezones se endurecían más y más contra la seda de su camisa. Qué bello y erótico era observarla. Él no había tenido que hacer otra cosa más que mirarla y decirle cosas apasionadas.
Deseaba con todas sus fuerzas que ella le susurrara las mismas cosas a él.
-Dijiste que ibas a contarme lo que querías -murmuró ella, con las mejillas enrojecidas.
Entonces él se acercó y, lentamente, le quitó la camisa. Se la subió por el estómago, por los pechos, y se la sacó por la cabeza. Ella quedó completamente desnuda, con la excepción de las medias y las ligas, y para él, fue algo muy erótico ver a su esposa de aquel modo tan seductor.
-¿De veras quieres saberlo? -le preguntó, mientras le acariciaba el pezón endurecido.
-Dímelo -le rogó ella.
Thomas la tomó por la cintura y la estrechó contra sí, de modo que sus senos se le apretaron contra el pecho. Entonces, él se apoyó contra el respaldo del asiento.
-Te deseo. Deseo que tu preciosa boca tome mi miembro, y que sigas mis instrucciones.
Quiero que abras tu cuerpo húmedo para mí, y que me dejes satisfacerte de todos los modos que yo deseo.