La antigua Grecia

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En poco tiempo la Reina y yo nos hicimos amigas, por así decirlo, supe que se llamaba Kiya, me contó que dos de los imperios más poderosos de la historia (Egipto y Grecia) habían decidido esconderse bajo tierra y mantener sus costumbres intactas para poder documentarlo todo. Ella era hija de un noble del Egipto que se encontraba bajo tierra, y en un paseo por la Antigua Grecia con quienes tenían relaciones comerciales, conoció al que en ese entonces era príncipe, Argus III, se enamoraron, pero había otro hombre en su vida, Ramsés, también príncipe, pero egipcio. Se casó con el último, aunque a veces se pregunta que hubiera pasado si su esposo fuera Argus, no habían hablado desde entonces, pero sabía que en ambos había quedado cabos sueltos que se podrían atar por un amor que volvería a resurgir.

El camino fue bastante largo y tedioso, tuvimos que cruzar el mar, vale, no me preguntes como es que había mar y luz bajo tierra, porque no lo sé. La reina a veces se sentía derrotada y lloraba, pensando en que hubiese sido ahora si su esposo fuera Argus, y así es, todos tenemos a alguien que nos duele para siempre, con el que tuvimos planes y que todo pudo se prefecto..., pero el destino no lo quiso así, veía la nostalgia en los ojos de Kiya, y recordé...uff...no sé si lo mejor sea contar todo, siempre he sido sensible...y tengo mis cicatrices, algunas incluso aún no son cicatrices, son heridas recientes.

En fin, El viaje fue largo, no sabría decir cuanto tiempo, pero la comida empezó a escasear y el agua también, esperaba que pronto llegáramos, el lomo del camello no fue muy cómodo.

Poco después, pude divisar que el desierto menguaba y encontramos, un muy bien resguardado pueblo, había soldados por todas partes, y se extendían varias casa, pero más que nada altos e imponentes templos, nuestros camellos se detuvieron en frente de una tropa de guardias armados, la reina bajó con elegancia y yo la seguí, le dijo al que parecía comandar la tropa que era la reina del Egipto bajo tierra y que necesitaba hablar con el rey Argus III de inmediato, al inicio todos estaban reacios a dejarla pasar, pero un hombre viejo, que de casualidad pasaba por allí, la reconoció de inmediato y ordenó a todos que nos dejaran pasar.

Con desconfianza se apartaron y seguimos ante las atentas miradas de todos, el hombre anciano era el que guiaba a los camellos, pasamos por el pueblo, hasta llegar a un lugar bastante alto, donde había una gran construcción a manera de templo, con una estatua de Atenea y de Zeus sobresaliendo ante las demás, entramos a la especie de templo y en el centro había un gran trono, a su lado más sillas y otros adornos bastante elegantes, desde que vi este lugar, me enamoré de él al igual que pasó con Egipto. Ya estaba anocheciendo, y la reina y yo estábamos exhaustas, pero todo el cansancio se fue al basurero cuando Kiya vio a un hombre fornido, delgado y alto, pero musculoso, con el cabello negro algo largo, la barba desaliñada, y facciones atractivas, aparentaba unos 40 años, igual que Kiya.

Al verse ambos experimentaron una emoción única y como si nada importase corrieron el uno al otro, primero se dieron un profundo beso en los labios, duro un bueno tiempo y luego se abrazaron como si al fin estuvieran en su hogar, él la mantenía en sus fuertes brazos y ella se apoyaba en su pecho. Yo mientras tanto observé al rededor y vi a un joven un poco mayor a mi, con las mismas facciones que su padre, pero con la piel un poco más clara y unas pestañas que resaltaban sus ojos. Nos miramos unos segundos y supe que era el hijo de Argus, ambos estábamos incómodos al ver esa escena, cuando al fin terminó Kiya puso sus manos en la cintura, como para empezar a regañar al que supuse era Argus, y de hecho hizo eso.

-¡Mira como estás! !Por los dioses! Esa barba debes arreglarla ahora mismo y te ves tan cansado, debes descansar ahora mismo, de nada sirve todo esto si su rey está exhausto, así que sin discusión te tomarás tres días de descanso-dijo autoritariamente, apareció una sonrisa en el rostro del hombre.

-Pero...

-¡Nada de peros!-le dijo y luego se dirigió a la servidumbre-, preparen un baño de agua caliente y los aposentos de Argus, no dejen que se levante de allí, desde ahora hará todo desde su cama.

Lo dijo con tal autoridad que nadie cuestionó nada y obedecieron las órdenes.

-...Así que con Ramsés, la que mandas eres tú...-el tono de Argus sonó deprimido y Kiya también demostró tristeza, con los ojos me pidió que me fuera y Argus hizo lo mismo con el joven que se encontraba allí.

Salí de inmediato, no sabía muy bien que hacer, era nueva aquí, pero por suerte el muchacho que vi allí salió y se encargó de todo. Estábamos a poco tiempo de que la luna apareciera, el muchacho dijo a algunos de sus sirvientes que prepararan habitaciones respectivas para nosotras, luego me miró fijamente y suspiró.

-¿Cuál es tu nombre?-preguntó

-Cleopatra

-Angelo, hijo de Argus. Mucho gusto

Sus ojos me paralizaron en cuanto me miró, eran simplemente hermosos, entra un color café y miel, que daba una combinación hermosa. Nos mantuvimos unos segundos observándonos, por lo general no era tímida, pero me sentía un poco presionada ante él y su mirada.

-¿Eres hija de Kiya?

-No...es que simplemente...-suspiré, no quería recordar nada, pero lo hice. ¿Y qué era lo qué más dolía? Qué si él, que si Ahkmenrah volvía, yo lo aceptaría, lo perdonaría y le daría una oportunidad, eso es lo que probablemente más odio de mi, que soy tan leal, que aunque puedan matarme por dentro una y mil veces yo no puedo fallar, yo sigo ahí, uno es bastante estúpido cuando se enamora y quiere verdaderamente a alguien. Quiero cambiar eso, y de hecho lo voy a cambiar, no es que por un poco de afecto vaya a romperme por dentro una y otra vez-. Necesitamos esta aquí un tiempo, yo soy de la superficie, pero tuve un grave destino, sin tener intención alguna..., hasta que Kiya y Ramsés pelearon y me invitó a venir con ella.

-¿De la superficie? Yo solo he salido una vez-se rió sonoramente, como recordando algo-...así que te propongo un trato, esta noche, vayámonos, sí, tal vez no sea experto, pero noto un tono de lejanía en tu voz, tú lo que necesitas es unos cuantos tequilas y bailar hasta el amanecer.

Sonreí.

-Esa única vez que saliste, al parecer, fuiste a vivir la vida loca, de fiesta en fiesta, de baile en baile, de bebida en bebida...

-¿Quién dijo eso?-pero su mirada lo delató

-¿Tequila? Querido, eres un principiante.

***

Hola! Cómo están? Vale, no ando con mucho tiempo, pero espero que el capítulo les haya gustado, ya explicaré como es la Grecia antigua poco a poco y sus costumbres y ya aparecerán...en fin, no quiero hacer spoiler, voten y comenten.

Las adoro!!

Besos y chocolates

Cuídense

TheGreekEmpress

Enamorada del hijo de un FaraónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora