En el calabozo (3/3)

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-¿Cuál es el plan, Cleopatra?-preguntó Aquimea.

Mierda. Había sido un discurso muy inspirador y tal, pero no se me ocurrió que llegaría tan lejos. A Menes le bastó solo un segundo para ver mi indecisión y gracias a los dioses se hizo cargo de la situación por un momento. De repente la cabeza me empezó a palpitar, era un dolor insoportable, tanto que hizo que pareciera que lo que sentí en mis músculos esta mañana fuera solo un juego. 

-Cleopatra-llamó una voz que se me hacía muy conocida-Cleopatra.

En ese instante ya no me encontraba en el consejo de guerra, ahora estaba en un gran prado verde, con una vista maravillosa del imperio egipcio y griego, parecían convivir en paz y armonía y estar más cerca de lo que realmente se encontraban.

-Cleopatra-ahora la voz se escuchó a mis espaldas, giré la cabeza y vislumbré allí a una mujer con porte de diosa, joyas preciosas, peinado perfecto, cuerpo esbeltísimo, labios carnosos y sonrisa hermosa, sería la envidia de cualquier mujer, pero lo más desconcertante era que transmitía paz, llevaba puesta una túnica griega-. Mi niña, te estaba buscando desde hace mucho tiempo.

-¿Quién eres pregunté?-todo esto era como un sueño, la verdad-. No te conozco.

-Tú no mi niña, pero yo sí, soy tu abuela. Eres tan importante porque en tu sangre llevas tres ascendencias propiamente dichas, claro que tu cuerpo no dice eso, pero tu espíritu siempre fue el mismo, con madre egipcia, pero padre griego..., tu padre es mi hijo, que a su ves tiene un abuelo que fue babilonio...Tu ascendencia es poderosa, cariño.

Me quedé sin palabras. Pero al rato reaccioné.

-¿Qué debo hacer?-pregunté.

-Me causa gracia el ver como todos te hablan sobre tu decisión, pero harás algo mucho más grande que eso...claro que de quién te enamores influirá demasiado en lo que hagas, pero no desesperes, sé que tomarás la decisión correcta. 

Entonces la mujer desapareció en el viento y otra mujer apareció, esta con vestimentas egipcias, me miró inexpresiva y de repente se acercó a tocarme la frente.

-Soy Isis, una de las más importantes diosas egipcias, te he elegido como mi anfitriona, ya que al fin y al cabo tienes sangre de faraones y de reyes, ahora ve, tu ya sabrás que es lo que debes hacer-el toqué en mi frente se hizo más fuerte y en un abrir y cerrar de ojos me encontré de nuevo en la realidad.

-¿Cleopatra?-preguntó Menes.

-Perdona, ¿me he ido por mucho tiempo?

-¿Irte?

-Si solamente por un segundo parecías muy desconcertada, pero luego has vuelto.

Decidí no cuestionar. pero vi que estaban trazando un plan de batalla, de repente algo en mi dijo que no iba a funcionar, fue entonces que tomé el mando de aquel cuartel.

-Esto no es correcto-repliqué-. Lo primero que debemos hacer es mandar a dos hombres con pocas armas a espiar que es lo que ha pasado afuera, después un grupo de...

Empecé a explicar el plan como si lo hubiese estudiado antes, emanaba tanta confianza que todos me creyeron y se dispusieron a seguirme, rápidamente organizamos los diferentes grupos con misiones complejas. Menes insistió en ir conmigo, pero yo se lo negué, mi misión era por completo distinta, supongo que ya sabía lo que tenía que hacer, pero si se los decía a todos en aquel momento, rechazarían el plan a como de lugar. 

Sin embargo, reuní a las mujeres allí presentes un momento y les expliqué cual era el trasfondo de este plan y ellas me entendieron, luego se encargarían de avisar y explicar a todos, era por esa razón que las divisiones estaban hechas en parejas hombre-mujer, solamente había tres hombres, ellos se encargarían de ir primero a ver que noticias traían, para en general, contarnos si la guerra Grecia-Egipto, se había producido o no, ellos, que eran los prisioneros menos conocidos se encargarían de todo lo que era espionaje y cuando ya todo estuviese calculado, nos cubrirían las espaldas. 

Enamorada del hijo de un FaraónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora