Conociendo a Menes

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Mi cuerpo estaba ligeramente entumecido, el suelo de arena no era el mejor lugar para dormir, sentí un calor agradable en mi abdomen, y me di cuenta enseguida de que se trataba de una mano, una mano posada en mi vientre.

Con sonidos guturales leves abrí los ojos, que enseguida se encontraron con otros hermosos ojos. Ahkmenra me observaba detenidamente, y parecía haberlo hecho desde hace mucho, me avergoncé, primero por mi atuendo y por su mano específicamente en ese desnudo lugar, segundo porque era incómodo la poca distancia que había entre nosotros, sus ojos negros fijos ni se inmutaron, de hecho ahora mismo me veía directamente. Decidí romper el hielo, nerviosa.

-Buen día, ¿Cómo estás?- y la pregunta del millón- ¿Me observas desde hace mucho?

Se pasó la mano, sacudiéndose el cabello y frotándose el cuello.

-Ehh...no, acabo de levantarme. Pero no quise levantarte, te veías muy relajada.

-Mmm...gracias.

-No te...

No oí el resto de su respuesta, pues a su espalda vi a una persona. Una mujer. Era realmente hermosa, era alta y delgada, con piel canela uniforme, su cabello era liso y negro profundo, que iba hasta sus pechos y tenía un cerquillo hasta unos centímetros arriba de las cejas, sus ojos noche intimidaban e iba vestida muy elegantemente. Con un vestido blanco mucho más arriba de las rodillas y joyas que le quedarían hasta la muerte.

Se acercaba a paso firme. Cómo acto reflejo me separé de Ahkmenra y me levanté, él confundido hizo lo mismo y vio a la mujer, sonrió enseguida y esperó impacientemente que llegara para abrazarla con fuerza, ella hizo lo mismo. Me sentí incómoda.

-¡Hasta que al fin llegas! Ayer tuvimos la cena que te había contado ¡Y tú desapareces!

-¿Crees que eres el único que puede salir a la superficie cuándo quieras?- le dio un afectuoso golpe en el brazo- Bueno, salí, me quité el estrés y ya estoy aquí de nuevo.

Rieron, conversaron, parecían una pareja perfecta y de alguna manera algo ardió a mi interior. Después de varios minutos de estar pintada en la arena se dieron cuenta de mi presencia.

-¿Nueva candidata?

-No y sí. Vino de la superficie, sin ayuda, sin apoyo, totalmente sola. Mi padre tenía interés de cómo lo había hecho y después la asesinaría. Decidí presentarla para que no tuviera ese horrible futuro.

Con una voz agria y dura le respondió mirándome.

-Sólo aplazaste su muerte.

No iba a dejar que alguien me pisoteé o me trate mal. En voz baja me dije a mi misma, sarcásticamente.

-Muy agradable.

-¿Quién eres?

-¿Quién eres tú?- me miró con asombro, a pesar de poner ante mí una mirada intimidante, no me dejé llevar por el miedo.

-Tienes valor, pero esta no es tu tierra, es mi reino, responde.

-Cleopatra, mujer de la superficie, arqueóloga y egiptóloga, sé hablar, escribir, leer y escuchar jeroglíficos, sé de memoria su historia. ¿También quieres mi tipo de sangre?

-Creo que con eso basta. Soy Arsinoe, hija del gran Faraón Ramsés VI, hermana de Ahkmen- era su hermana, que gran alivio-. Seré su consejera en un futuro y de cierta manera creo que nos llevaremos bien.

Por alguna razón lo dudaba mucho, ¿Llevarme bien con la hermana de mi futuro...amm...dejémoslo en la hermana de Ahkmenra? Me tendió su mano, en forma de saludo y tuve que hacer lo mismo. Dije algo imprevisto.

Enamorada del hijo de un FaraónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora