Capítulo 1

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—¡Isabella!

Abro los ojos y escucho un golpe seco, se siente lejano, no logro asimilarlo. Mi cabeza todavía está desconectada de la realidad. De manera perezosa doy un giro sobre el colchón, mientras estiro mi cuerpo acalambrado por el fino colchón.

—¡Isabella, levántate ya!

Me siento en la cama con un movimiento rápido, todavía llevo puesta la misma ropa con la que me recosté y mi libro de Historia Mundial está en el piso, al lado de mi cama. Eso explica el extraño sueño, el olor del humo, la noche oscura, las casas precarias ardiendo en llamas, la mujer que se aleja de su hijo... la mujer que me deja a mí en la puerta de esa casa. ¿Por qué sueño con ella? Sé que ese sueño es parte de mi inconsciente, pero entonces porqué siento el anhelo de que ella me ame. Todavía resuena su voz en mis oídos diciéndome Te amo. Inhalo profundamente y me convenzo de que solo fue un sueño, de que es solo una traicionera fantasía.

Los gritos no cesan detrás de la puerta, así que rápidamente me levanto y la abro. Me encuentro con mi tía Mary con los brazos en jarra, frunciéndome el ceño y su cuerpo luciendo tenso. No la recuerdo de joven, ocuparse de mí siempre ha provocado que luzca diez años mayor, su pelo negro tiene betas blancas, de canas que han ido apareciendo, mostrando sus batallas contra el tiempo. Miro su piel morena, su boca carnosa y sus ojos verdes que me escrutan con desaprobación. En sus tiempos ella debió haber sido una muchacha hermosa, pero debajo de toda esa piel está la víbora. Sé que nunca debo quedarme dormida, escarbo en mi cabeza para recordar cómo es que me rendí ante la cama incómodamente dura, pero es inútil, solo tengo el recuerdo del sueño, no hay atisbos de mis acciones antes de caer en la inconsciencia, lo último que recuerdo es que estaba sosteniendo el libro entre mis manos.

—Lo siento —digo agachando la cabeza, tratando de ocultar mis pensamientos anteriores.

Siempre sentí que ella podía saber lo que pasaba por mi cabeza con solo mirarme a los ojos.

—¿Tienes idea de lo que has retrasado mi día? —Me siento pequeña ante su voz enfadada y cierro los ojos con fuerza.

—Sí. Lo lamento, no volverá a pasar —susurro temerosa.

—En cinco minutos te quiero abajo. —Su mirada penetra todas mis capas de inseguridad, pero en el centro, sé que soy una esfera de luz potente, a punto de explotar.

Tomo una gran bocanada de aire para apaciguar mi furia, mi mano se cierra con fuerza sobre la perilla de la puerta, deseando que sea la paleta del frontón, para descargar todo el veneno que estoy acumulando dentro. Sus ojos escrutadores me llenan de malos recuerdos y el enojo comienza a crecer en mi interior. Mi visión se nubla y solo puedo sentir el temblor de mi cuerpo, el que se contiene para no golpearla en un arrebato de ira.

Estoy tan concentrada conteniendo el aire para apaciguar mi recelo a la vida que no le contesto, infinidad de ideas pasan por mi cabeza. La manija que tengo agarrada con fuerza se está uniendo a mi mano, sintiendo cómo el metal besa mi piel, invitándome a usarlo. Mi tía se queda mirándome fijamente a los ojos, con... ¿compasión? No, no lo creo. El aire está cargado de tensión. Sé cuáles son mis obligaciones y cómo debo comportarme si quiero seguir con vida en El Imperio, así que trago mis rencores como si fuera una bola espesa que se forma en mi garganta. La miro, tratando de demostrar sumisión y contesto con voz dulce.

—Estaré en cuatro minutos.

Entonces sus ojos cambian, me recorren de arriba abajo con asco y sin pensarlo se aleja a paso ligero por el pasillo, dejándome un sabor amargo en la boca y llena de cosas por decirle, pero que jamás me atreveré.

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