Capítulo tres: Un cálido invierno.

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Lucía despertó con un frío terrible, sentía como sus pies estaban extremadamente fríos y los escalofríos que envolvían todo su cuerpo, se levanto rápidamente hasta quedar sentada al borde de la cama y tocar levemente el suelo con sus pies, un frío horroroso cubrió todo su cuerpo, se estremeció por un momento, a lo cual desvió su mirada a la ventana, la cual estaba empañada completamente.

— No puede ser...— murmuro al instante que se levantaba en el suelo frío y se dirigía a la ventana, al ya estar cerca de ella, paso su mano, para limpiar un poco el vidrio.

Los copos caían levemente encima de los montículos de nieve, tan blanca qué parecía brillar. Se quedo observando, la habitación de Claude estaba algo vacía, sin embargo, quedo meditando momentáneamente, a lo cual despabilo cuando la puerta de su casa estaba siendo llamada repetidas veces, ¿quién sería? Obviamente no sería mamá, ella estaba en sus negocios, siempre, Lucía se hizo una idea al instante, ya sabía quién era aquella persona.

Esta vez se iría sin bañarse, así que solo se cepillo y aliso su cabello hasta quedar un poco sedoso.

Fue a su armario, parecía como sí esa persona fuera a derrumbar la puerta a golpes, eso le enojo un poco. Busco entre sus prendas, solo escogió una camisa blanca, chaqueta de cuello y muñequeras de borrego, un pantalón de mezclilla holgado, unas medias de lana, un gorro de lana y unas botas.

Con velocidad salió disparada hacia las escaleras, bajándolas con un extrema rapidez para dirigirse a la puerta y abrirla con emoción, ahí estaba la persona que obviamente esperaba, Claude.

— ¿Por qué esa sonrisa?.— pregunto Claude, a lo cual se estremeció.

Era cierto, Lucía llevaba una sonrisa de oreja a oreja que desbordaba de felicidad, no lo sabía por qué, pero ella sentía que su compañía le hacía feliz, y para Claude, ni se diga.

— Me acabe de enterar de algo.— dijo Lucía con sus mejillas coloradas por la vergüenza que acababa de pasar, casi que se lanzaba hacia él solo para abrirle la puerta.— ¿Y por qué tanta desesperación?

— ¿A qué te refieres?

— Cuando llamaste a la puerta no parabas de golpearla.— recordó Lucía.— Sentía que la ibas a tumbar.

— Es qué quería compartir contigo el solsticio de invierno.— menciono Claude, a lo cual añadió con emoción.— Me encanta el invierno, no hay mosquitos y me gusta la nieve.

" Ya entiendo el por qué de su personalidad "

Pensó Lucía, recordó las veces que había visto sonreír a Claude, ¡sólo había una! Decía eso con tanta emoción pero sin una sonrisa, siempre esa mirada tan gélida qué parecía congelarla con solo mirarla, aún así, era agradable.

Lucía miro a Claude detenidamente, cargaba unos vaqueros azules, una camisa color negro con un logotipo de Devil May Cry, una chaqueta abierta y unos guantes.

— Te vas a resfriar si no te colocas unos guantes..— menciono Claude.

— No importa, no hay de qué preocuparse.

Hubo un leve silencio incómodo, a lo cual, Claude añadió:

— ¿Quieres caminar?.— propuso Claude.— Si quieres invito algún café, lo que tu prefieras.

— Esta bien.

— Pero antes...

Claude se quitó su guante izquierdo con prisa, para agarrar con delicadeza la mano izquierda de Lucía y colocarle el guante lentamente.

" ¿Qué es lo que está planeando? "

A lo cual, con su otra mano desnuda junto la mano derecha de Lucía y rápidamente la guardo en su bolsillo de la chaqueta, entrelazando sus dedos con fina dulzura.

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