Capítulo 1

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Helena no esperaba morir tan pronto. No esperaba los foros de aquel coche mirándola fijamente de forma diabólica, como si de verdad tuvieran vida. No esperaba escuchar los crujidos del metal que chocaba contra el escarpado barranco. No esperaba tener que ver el mundo al revés, bañado en su propia sangre, ni tener que ver su vida en pocos segundos, como decían que pasaba. Y, desde luego, no esperaba ver su propio cuerpo, como quien se mira en un espejo, sin signos vitales. No. Elena no esperaba convertirse en un fantasma del pasado.

Emil se sentó cerca de aquel cerezo que tanto le gustaba, en el parque cerca de su instituto. Sacó una vez más su pequeño bloc de dibujo, y empezó a trazar líneas irregulares con el lápiz que se encontraba atrapado entre las argollas de la usada libreta.

Un gran mar de arena que se lanzaba hacia el horizonte, y una dama de vestido pomposo y paraguas rústico en primer plano era lo que dibujaba. -Arte que no entiendes ni tú- recordó una vez más la voz de Helena, y no pudo evitar sonreír un poco. Al fin y al cabo, tenía razón; nunca entendía lo que sus propias manos dibujaban, pero sabía realmente que era lo que sentía, que era lo que quería dibujar. Como una marioneta guiada por sus propios sentimientos. Nunca entendería el por qué de una dama en un desierto. Pero tampoco era que le molestara.

Se cansó de dibujar una vez más, y además ya era tarde, así que lo recogió todo en su mochila sencilla, típica de un chico de dieciséis años, con la madurez peleando en su mente por prevalecer. No sintió nada extraño. Nunca tuvo una razón para morir hasta aquel día.

Su casa se encontraba al norte de un vecindario tranquilo en Arcadia. Casas pintadas de colores pastel, todas con su porche, y su pequeño parterre bien cuidado. Nunca pasaba nada importante, más allá de los típicos cotilleos de pueblo pequeño. Per aquel día era diferente. La muerte había estirado su esquelética y fría mano una vez más.

Una bala perdida. Silenciosa para Emil. Nadie supo nunca cómo, quién ni por qué, pero aquel día un proyectil de caliente metal perforó un corazón juvenil y lleno de vida, y el culpable se desvaneció corriendo en el aire.

Unos dijeron que fue el destino. Otros dijeron que fue pura casualidad. Pero algo permanecía real entre todos los rumores: los corazones de Emil y Helena, novios desde no hacía mucho, se detuvieron el mismo día.

Ambos tuvieron un funeral hermoso. No mostraron a Helena por los profundos cortes que habían hecho los cristales en su rostro. Los llantos de sus familiares rebotaban en las paredes de sus respectivos tanatorios naturales, mientras algunas palabras ahogadas en un sollozo hablaban de lo bueno que eran ambos.

Tan lejos, y a la vez tan cerca.

Cada uno con su respectiva familia. Cada uno con su respectivo ataúd. Y ambos en el mismo cementerio: el cementerio local de Arcadia.

Los primeros días sus tumbas estaban bañadas del color de flores, muestras de afecto de aquellos que más los querían. Pero ninguno obtuvo flores de su amante y, con el tiempo, la muerte se vuelve gris como las lápidas de piedra. Todo se vuelve mugriento, todo se enreda entre las zarzas del olvido. La vida no espera a la muerte. Están en distintos universos. Distintos mundos.

Y así fue como aquel día los amantes olvidaron que se amaban.

No mucho después de su muerte, Emil, abrió sus ojos. No sabía mucho más que su nombre, hablar, leer y entender. No sentía su corazón latir. No sentía la sangre fluir. Simplemente no sentía nada. Era como vivir un sueño.

Se elevó de una forma inhumana de la que hasta él se sorprendió hacia el exterior de su tumba, y apoyando su cabeza en su mano derecha, pronunció sus primeras palabras en su nueva "vida":

-¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy?

Logró diferenciar una gran cantidad de lápidas de mármol y piedra. No muy lejos, un ángel de color blanco envejecido guardaba una pequeña cripta. Al fondo de todo, lo que su vista podía ver era una gran verja negra bien cerrada.

Finalmente, Emil despertó como un muerto más en aquel valle.

El Cementerio De Los Amantes MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora