Antes de poner el pie en el primer escalón suena el timbre. Mi madre me manda abrir ya que yo estoy más cerca.
–Vooy...–dije protestando.
Abrí la puerta aún en toalla y con el turbante en la cabeza.
–¡Hey! ¿Qué hay ena...?–paró un momento al mirarme– Woow.. En toalla y provocando, ¿eh?
Bufé y entorné los ojos.
– Tú tendrías que estar en el insti,¿no?
Él me hizo la misma pregunta a mí.
–Estoy enferma tolai. ¿Tú qué haces aquí?
Se apoyó en el marco de la puerta y tras un breve silencio contestó:
—La profesora de inglés ha faltado y nos han dado la hora libre, y como no habías ido a clase y tampoco tenía nada que hacer pues he venido a verte.
Se me escapó una sonrisa tonta y bajé la mirada. A penas le conocía y ya se estaba preocupando por que estuviera bien. Me sonrojé ante la idea de que pudiese gustarle. Inmediatamente descarté la idea; ¿por qué iba a gustrle precisamente yo?—P-pasa... —lo invité y fue a saludar a mi madre. Ella me echó una miradita provocadora, levantando las cejas dos veces. — ¡Mamá! — exclamé, indignada.
Subimos a mi cuarto y se sentó en rl borde de la cama. Yo, aún en toalla, le di la espalda para abrir el armario y sacar la ropa limpia. Saqué unos vaqueros cortos blancos y, antes de que pudiese elegir la parte de arriba, Eric se adelantó.
—Ponte ese body rosa que tienes ahí— lo miré extrañada, sacando la prenda que me había señalado. —¿Qué? Mi madre es modelo.
—Oh, perdóname niño rico. Ahora, si me disculpas, tengo que ponerme la ropa. —le señalé la puerta para que saliese.
Me miró inmóvil y contestó:
—Adelante, ¿a qué esperas?
Me ruboricé.
—¡A que salgas tolai! ¡Fuera!
Estalló a carcajadas.
—Tranquila, solo bromeaba. —dijo entre risas. Salió y cerró la puerta tras de sí.
Me puse la ropa y me miré al espejo. Nunca se me habría ocurrido conjuntar esas dos prendas, pero la verdad es que combinaban bastante bien. Le dije que podía entrar y esta vez se dirigió a mi tocador. Yo terminé de secarme el pelo. Cogió una bandana del color de mi body, la dobló varias veces, se acercó a mí y me la colocó en el pelo. Lo miré a él y luego al espejo. ¡Qué buen gusto tenía el señorito!
—De nada —dijo con una media sonrisa de las suyas.
—¿Quieres que te dé las gracias? Genial, gracia por el veneno ese azul que me diste ayer por el que me etoy muriendo de dolor de tripa —dije irónicamente. Empezó a reírse. Su risa era bastante serena y dulce; estiraba sus carnosos labios mostrando así sus brillanes dientes perfectamente alineados. Me quedé un poco embobada y se me escapó la risa floja.
Recordé que Pablo también había bebido del zumo ese raro y le pregunté por él.
—Pues no sé cómo estará, voy a llamarle. —sacó su iPhone del bolsillo trasero de sus vaqueros y marcó su número. Puso el manoslibres para que pudiésemos escucharlo los dos. —¿Pablo?
—Me cago en tus muelas Eric. ¿¡Qué cojones me diste ayer para beber!?
Reímos los dos.
—¿Hey con quién estás? ¿Es Vanessa?—preguntó al oír mi voz.
—Hey, Pablo, ¿qué hay?
Seguimos hablando los tres un buen rato y al final acabamos quedando por la tarde para que me enseñaran la ciudad. Parece que el dolor de tripa había desaparecido entre risas y bromas.
Después de colgar, bajamos a desayunar con mi madre y salimos a dar una vuelta.
Nos sentamos en un banco de un parque esperando a Pablo, me estaba mirando mucho de reojo.
Me giré a él, miré sus labios.
Él miró los míos.
Me acerqué a él.----------------
Holaaaaa!!
He vuelto a escribir un capítulo más, espero que os haya gustado
No sé si seguir con esta historia o dejarla ya, ¿qué opináis?
Besos!!
Axy.
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¡No me llames enana!
Ficção AdolescenteVanessa Villalba, una chica pequeña, graciosa y enojona se muda desde Canarias. En su nuevo hogar le espera soportar a Eric Walker, su primer conocido el cual no para de llamarla enana. Les esperan muchas aventuras a estos dos skaters.