Capitulo I

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Allí estaba él. El chico más popular de la Secundaria Roku. Al que cualquier chica daría lo que sea para salir con él. Capitán del equipo de fútbol americano, fútbol, ​lucha libre, y el equipo de esgrima. Sobresaliente en todo lo que es el atletismo. Fue elegido presidente de la clase, derrotando fácilmente a su rival, Jet. Había una especie de aire de liderazgo alrededor de él, lo cual hacia que todo el mundo lo siga a donde quiera que valla.

Katara lo observaba desde detrás del su grueso libro de historia cuando entró a la clase de Historia Antigua. Tan pronto como se sintió su presencia, toda la clase se quedó en silencio y volvió la cabeza hacia la puerta. Katara rápidamente miró su libro mientras él miraba alrededor del aula para que él no se diera cuenta de que lo estaba observando. Lo miró de nuevo mientras se abría camino a su escritorio que estaba casi al otro lado del aula y un poco más atrás de donde estaba sentada.

Él era el heredero de la familia más rica de la región, aunque a Katara realmente no le importaba mucho eso. No sólo era el chico más rico de la escuela, también era el chico más guapo, y donde quiera que iba, dejaba a su paso un rastro de baba de sus fanáticas. Era muy alto, delgado pero musculoso, con la piel pálida y libre de imperfecciones, una nariz aristocrática, y el pelo negro azabache corto que a veces caía sobre sus cejas oscuras. Pero la más asombrosa característica que le llamó la atención fueron sus inusuales ojos de color oro que brillaban tan intensamente como el mismo sol.

Zuko era su nombre y Katara sentía una enorme atracción por él.

Ella trató de pararlo, honestamente lo intento, desde que se negó a ser como otra de las chicas tontas que suspiraban por él. No quería caer ante en el chico más popular como en esas películas románticas cursis. Él era ese tipo de persona que no le importa nada más que su reputación y a sí mismo... al menos, eso era lo que ella pensaba. Pero a pesar de que siempre se recordaba a si misma de estas cosas, era incapaz de detener el maldito desarrollo de atracción. Había algo en él que le llamaba la atención.

Todo comenzó el primer día de su nueva escuela en segundo año, y Sokka, su hermano mayor, la había dejado para que se pudiera "mezclar con la multitud", como él lo llamaba. Cuando su madre murió el año pasado, su padre decidió que se mudarían, junto con su abuela, de la región rural del sur cubierta de nieve y comenzar de nuevo en la soleada ciudad del oeste. Ella no conocía a nadie en esa nueva ciudad o en la escuela, por lo que había estado buscando su aula por sí misma, pero con el tiempo se perdió en la gran escuela, en donde había más gente que toda la población de su ciudad natal.

Ella estaba tratando de averiguar cómo se suponía que el pequeño mapa, que le dio la anciana en la oficina de la escuela, funcionaba. Cuando se topó con Zuko. Ella lo miró con sorpresa pero después, para su vergüenza, se congeló cuando lo vio. Él la miró con los ojos dorados más inusuales que ella había visto en toda su vida. Ella sintió que su corazón estaba corriendo un maratón y su rostro estaba tratando de imitar a un tomate, así que se disculpó y rápidamente se alejó.

Siguió buscando su clase cuando de repente él chico corrió hacia ella y la agarró de la muñeca después le preguntó si se había perdido. Ella lo admitió tímidamente, y tenía un pequeño rubor, que luego se intensificó cuando él le sonrió y se ofreció a acompañarla a su próxima clase. Ella le había regresado de inmediato la sonrisa y aceptó su oferta incluso antes de que ella supiera que él era el chico más popular de la escuela. Esa fue la única y la última vez que habían hablado.

Lo más discreta que pudiera ser, Katara observó como Zuko se sentó en su escritorio y de inmediato fue aferrado por su novia, Mai, una de los otros estudiantes más ricos de la escuela. En serio, ¿qué pudo haber visto Zuko en una chica súper delgada, sin emociones, y fría como ella? Él merecía algo mejor que eso. Cada quien con sus gustos, se decía con un pequeño encogimiento de hombros, aunque no podía dejar de sentir los celos que se formaban en su pecho. Tuvo que apretar los dientes por el sentimiento.

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