Capítulo uno: En un pasado distante.

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Antes de empezar, saludos, bienvenidos a Cambios de Rumbo, quizás ya hayan leído esta historia en FF, donde la publiqué hace... ¿un año? ¿más? Woah, el tiempo pasa rápido XD Si no la han leído, ¡Pues que la disfruten! Comentarios apreciados n.n

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Capítulo uno: En un pasado distante.

La lluvia comenzó su obra maestra justo en ese momento, no era para decir menos, las gotas suicidas salpicaban el concreto con fuerza implacable en forma de un ejército... como resultado no llevaba ni quince minutos lloviendo, y por tanto yo quince minutos corriendo, y se notaba que la tormenta iba a causar estragos, las alcantarillas estaban inundadas por la tormenta de hace tres días y el agua no tendría por donde escapar hacia las entrañas de la gran ciudad... y como consecuencia yo tampoco. No tenía escapatoria por la vía que mejor conocía, pero no me iba a entregar en bandeja de plata, tampoco.

Los altos, derruidos y grises edificios me miraban con parsimonia mientras me movía entre las sombras de las farolas rotas que parpadeaban con insistencia.

Mi ropa empapada y llena de manchones me hacía pesar el cuerpo y la niebla tóxica que había descendido me hacía toser con fuerza, restándome velocidad... a lo lejos vi el resplandor de un faro, sí, quizás eso serviría.

Tomé con más fuerza el saco que había robado y me escabullí por un pequeñísimo callejón entre dos edificios, mis perseguidores perdieron valiosos segundos allí, me reí un poco mientras entraba al puerto, las olas negras estaban embravecidas y espumosas, jadeando me corrí el mechón empapado de cabello rosa de la cara y tomé una decisión.

Subí a una de las grúas con cuidado, desde allí me abrí paso hasta quedar sobre el agua poniendo a prueba mi equilibrio contra viento y lluvia, y, tomándome de las cuerdas que se bamboleaban con ira por el viento aterricé en una pieza sobre la cubierta, miré por la baranda... la banda a la que le había robado había seguido de largo.

-Ja, cabezas de chorlito. Les ganó una niña.-en un gesto infantil les saqué la lengua.

Me escabullí como una rata hasta llegar al piso más bajo, la bodega, y con alegría vi que estaba llena de cosas, perfecto para esconderme; me preparé un escondrijo entre el cargamento que obviamente no iban a usar en un viaje en barco y miré ansiosa a todas partes, al fin estaba sola.

Suspiré cansada y dejé que mi espalda resbalara contra la pared, había sido una noche terrible... aunque... toda mi vida había sido un asco, la verdad, con solo diez años y ya quería que la cosa terminase, era como si el cielo se riese de mí en mi cara. Algún día iría hasta allí y los molería a golpes.

Aunque fuera a donde fuera a parar de allí en más, definitivamente no iba a echar de menos a la ciudad de Zaunt, hogar de las mentes más depravadas compitiendo con Noxus. No había que tener más edad para darse cuenta de eso.

Desamarré el saco una vez seca y saqué las cosas, mis pocas pertenencias: un cambio de ropa, un saquito de monedas, algo de comida y un montón de baratijas, me encantaba la mecánica y construir o reparar cosas, así que tomé mi destornillador y otro montón de cosas y me puse a trabajar un rato en el arma que les había robado, esos tipos no cuidaban nada y no quería que el artefacto me explotase en la cara por un tornillo flojo o así; no era la primera vez que tenía una en las manos... estaba en la calle desde que la memoria me alcanzaba y para sobrevivir en el lugar que estaba necesitaba actuar con inteligencia y no como una niñita llorona y desamparada del mundo o no habría tenido ninguna posibilidad de lograrlo, probablemente ya habría muerto en el experimento de algún loco o me habrían vendido, pensé en eso antes de quedarme dormida. Tenía algo de suerte.

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