Poco a poco lo vi decaer. Antes de dormir rezaba mucho, muchísimo. Tenía fe en que mi Peeta se recuperaría. En un milagro que llegaría de un momento a otro. Buscaba curas milagrosas que no funcionaban, encontré grupos dónde hablaban de gorgojos y sesiones de pastores que aseguraban curar el cáncer.
Los días pasaban y a veces notaba cierta mejoría en él, eso me daba esperanzas. Pero otros días su semblante decaído me deprimía. Su trabajo en el taller se redujo al mínimo. Papá se hizo cargo, Peeta sólo firmaba papeles.
Había adelgazado tanto que fue imposible que los niños no se dieran cuenta de su deterioro, los dolores poco a poco aumentaron, también las náuseas y los temblores.
—Creo que es hora de empezar a usar la morfina— me dijo mi esposo una mañana luego de colocarle la bolsa para recoger sus desechos. Mamá le aplicó la primera ampolleta. Durmió por horas, cada tanto iba a ver si estaba bien.
—Katniss, quiero decirte algo— me sorprendió cuando estaba checando sus signos. Yo creí que seguía dormido.
—Dime.
—Quiero irme de casa.
— ¿A dónde?— intenté hacerme la fuerte.
—He contactado con una clínica para enfermos terminales.
—En el hospital podrían atenderte...— sollocé al escucharlo decir "terminales"
—No. Allí ya no me aceptan. Dentro de poco no podré ni vestirme, ni siquiera levantarme. Y no quiero que me veas así.
—Pero... En la salud y en la enfermedad ¿recuerdas?— una lágrima se me escapó al recordar nuestra boda.
—Lo sé... pero... quiero irme de casa. No deseo morir aquí.
—No digas eso...
—Debes aceptarlo amor. Me estoy yendo poco a poco. Cada día, cada minuto que pasa.
—No Peeta. ¡No! ¡Dijiste que te quedarías conmigo!
—Lo siento. Pero ya no tengo fuerzas Katniss.
—Por favor llévame. Permíteme ir contigo, para cuidarte...
—No. No quiero que me veas morir. Quiero que me recuerdes así como era antes. De pie, siendo yo mismo. No deseo que tus últimos recuerdos conmigo sean al lado de un enfermo que no pude soportar el dolor y que ensucie la cama. Eventualmente enloqueceré, ya casi estoy fuera de mí algunas veces. Por favor...
—No...
—Por favor Katniss. Déjame ir. Necesito morir dignamente.
Lloré amargamente aquella noche. Lo abracé y a pesar que se removía mucho, no lo solté. Sus ojeras se habían acentuado y sus manos temblaban cuando pasaba el efecto de la morfina. Estaba volviéndose adicto a ella.
Finnick pasó por él una mañana. Tomó su pequeña maleta y lo ayudó a subirse al auto. Los niños estaban en la escuela, mis padres se habían ido a trabajar. Yo fui la única que le dijo adiós. No pudo evitar prometerme que me permitiría verlo al menos una vez al día. O que respondería mis llamadas para hablarle y contarle cómo estaban los niños.
Creía fervientemente que lo vería volver, recuperado. Que entraría un día no muy lejano por aquella puerta que él mismo construyó con sus manos.
Pero no fue así. Esa fue la última vez que lo vi. Se despidió con un beso y una sonrisa.
Dos días después, Peeta murió.
Me llamaron temprano de la clínica, Delly estaba histérica, lloraba y gritaba como loca. Fui de inmediato, el día anterior había estado con él, comió unas cucharadas de la gelatina que le sirvieron. Incluso bromeó conmigo diciéndome que el paciente de al lado me miraba el trasero.

ESTÁS LEYENDO
Expiación (Katniss & Peeta) - Terminado
Fanfic¿Alguna vez has cometido un error? ¿Pero uno grande, inmenso, que no te deja vivir en paz? ¿Que echa a perder tu vida para siempre y nada vuelve a ser igual? Yo cometí uno. Terrible. Irremediable. Minific - Universo alterno. Advertencia: Este fan...