Como cualquier día me encuentro recostado en mi sofá mirando hacia afuera divisando aquél parque, desde el segundo piso, que me encanta visitar de vez en cuando, ¿y quién no lo haría? poner "stop" al mundo y solo relajarte es algo que no lo podemos hacer a menudo ¿no?.
En estos momentos no reprocho nada, a pesar de vivir solo en Seúl y mis padres a las afuera de la ciudad, sé que me apoyan desde la distancia.
Estoy en mi primer año de universidad y pretendo ser unos de los chef más reconocidos en el país. La verdad el primer mes ha pasado normal y por mi personalidad no he tenido la oportunidad de acercarme y tener amigos, soy bastante tranquilo y creo que eso no es de mucho agrado para los otros pero con los años he aprendido que esto de ser cercano a alguien me lleva tiempo.
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Igual que todo comienzo de semana me levanto, me doy un baño rápido y desayuno para dirigirme a la universidad, eso de llegar tarde no va conmigo y menos si implica una mirada amenazante de los profesores cuando entras. Hace unos cuántos días atrás en uno de los electivos, a pesar de que me siento en el medio de la sala y junto a la ventana me he sentido bastante observado pero como somos tantos nunca he logrado descubrir quién es, si es que hay alguien que me observa también... no creo estar loco. Sin olvidar que siempre al ir por la calle o los pasillos de la universidad, se me quedan mirando.
Son alrededor de las 2 pm. y aún no tengo apetito, lo cual es bastante raro, quizás será por qué sigo sintiéndome observado y esto no me está gustando. Mientras me encuentro sumido entre mis pensamientos escucho una voz bastante grave que capta mi atención de inmediato y volteo algo confundido por no haber comprendido.
― ¿Me... hablas a mí? ¿Qué has dicho? Yo lo siento, no pude oírte. ― Aquella voz temblorosa que salía de mis labios era casi un murmullo y el tono de piel de aquel chico era demasiado llamativa lo cual me distraía aún más.
― Pregunté si podíamos comer juntos. ― Su mirada era demasiado penetrante, se veía bastante seguro de sí mismo y en ese instante lo envidié ― ¿Puedo? ― Hizo un pequeño movimiento con su cabeza y su voz fue más grave aún debido a aquella pregunta con lo cual asentí de inmediato; acto seguido él ya estaba sentado frente a mí.