Esta vez fuimos a África, ¿sitio? Ningún lugar en concreto. ¡Nos tiramos un santo día hasta encontrar una base de prometeos! Cada vez me daban más ganas de cruzarle la cara a uno de esos tíos que se cachondean de nosotros mandándonos a lugares sin una coordenada en concreto del lugar donde se situaba la base. Gracias a Dios que fue sólo un día. Porque nos pusieron a tres kilómetros de la base.
-Creo yo que lo más sensato es ir hacia alante-dije-. Siempre nos dejan con la base delante, sea a tres metros como sea a tres kilómetros.
-Pero, ¿y si resulta que está a trescientos metros a la izquierda?-me preguntó el inquisidor.
-Lo mejor es dividirnos en grupos-dijo el jefe-. Y cuando uno la encuentre nos llama a todos dándonos sus coordenadas.
-Por mí perfecto, pero, ¿cuáles son los grupos?-pregunté.
-Yo creo que será: el inquisidor y yo por la izquierda, Óscar y Sebastian por la derecha y Sarah Sebastián y tú por el norte.-dijo el jefe.
-¿Y por el sur?-dijo Sarah Palmer.
-Nadie-dijo el inqusidor-. Por el sur no se suelen situar bases. Se consideran lugares malditos. Cultura covenant.
Y así nos fuimos, el inquisidor y el jefe por la izquierda, Óscar y Sebastian por la derecha y el resto (Sarah, Sebastián y yo) al norte. Adivina quién tenía razón y lo encontró, mi grupo, tras un día insufrible de búsqueda. Más o menos la historia fue así: empezamos a andar hacia el norte. Con mucho pesar, fue un santo rollo.
-Una pergunta.-dijo Sarah.
-Lanza.-le respondí.
-¿Por qué creéis que nos mandan a lugares donde la presencia enemiga casi no se nota?-lanzó la pregunta-Si lo pensamos, nos mandaron a una tienda en Los Ángeles porque había una panda callejera, luego, a la gran Muralla China. ¿A quién le interesa eso? Si además no hacían nada. Sólo estaban ahí, sin más.
-Es verdad-dijo Sebastián-. Ahí no se habla de ninguna desaparición.
-Y luego el Amazonas,-siguió-¿a quién le interesa? Si no hacían nada.
-Eso es una verdad enorme-dije-. Sólo había indígenas que encima eran malísimos.
-Y, por último, aquí. No pasa nada raro.
-Yo ya sospechaba, pero creo que se cachondean de nosotros.-dije.
-Yo igual-dijo Sebastián-. Estoy seguro de que ahora se estarán desternillando de lo cretinos que hemos sido.
-Ya,-dijo Sarah-y seguro que se están tomando un café mientras nos ven cómo nos morimos de hambre buscando una base.
Y de repente:
-Atención, retransmisión desde la base. Si creéis que nos cachondeamos de vosotros no estáis en lo cierto. Sólo os mandamos a que les debilitéis para cuando lleguéis a donde tienen el anillo.
-Ya, pero no nos mandáis ni un mísero bocadillo para comer. Nos dejáis abandonados a nuestra suerte.-les dije.
-Cuando viene el pelican siempre viene con suministros para vosotros.
-Pero lo que queremos es que nos dejéis por lo menos algo de comer y beber para la búsqueda.
-Nos lo apuntamos para la próxima.
Y con eso acabó la retransmisión. Seguimos avanzando, como no, decepcionados con los de la base. A final, encontramos la base tras 20 horas de búsqueda.
-¿Quién se encarga de comunicárselo a los demás?-pregunté.
-Tú.-me dijo Sarah.
Y, como perrillo faldero que soy, lo comuniqué.
-Atentos, ya hemos encontrado la base, repito, ya hemos encontrado la base.
-Recibido, O'conell, ya vamos para allá.-me dijeron Óscar y el jefe.
Gracias a Dios estaban a dos kilómetros y nos reunimos en un santiamén.
-Vale. Esta es la estrategia-dijo el jefe-. Mañana les atacaremos a las cinco. Mientras duermen. Será mucho más fácil.
-Yo creo que no has contado con la incógnita de las alarmas.-dijo Sarah.
-Retransmisión desde la base. Soy el prometeo que trajisteis. No tienen alarmas. El asalto será sencillo si les atacáis a las cinco, como ha dicho el jefe, pero tenéis que poneros el camuflaje y en vuestras armas los silenciadores que os hemos proporcionado.
-Vale, gracias.-dijo Sebastián.
Así que al día siguiente, en concreto a las cuatro y media, preparamos el asalto. Pusimos los silenciadores a las armas y nos preparamos los camuflajes. Es verdad que dormían todos. No había nadie en pie.
-Vale, no saben que hay alguien que les va a asaltar-dijo el jefe-. Así que nos pondremos el camuflaje antes de matar al primero. Se van a enterar.
Entramos en la base y los pasillos estaban totalmente vacíos. Había planos de la base. Vimos dónde estaban los cuartos donde dormían y fuimos hacia allí.
-Todas estas armas asombrosas y las vamos a hacer polvo.-dijo el inquisidor.
-Es una pena, es verdad-dijo el jefe-. Pero la misión es lo primero.
-Sí, es verdad.-dijo el inquisidor.
Gracias al cielo la encontramos en menos de lo que esperaba. Activamos los camuflajes y me tocó el honor de matar al primero. Fue pegarle un tiro con mi escopeta en la cabeza y se volatilizó casi inmediatamente. De repente se despertaron los demás y se hablaban en un lenguaje que no entendíamos, pero estaban aparentemente sorprendidos por su compañero desaparecido en combate. Empezamos a disparar a los demás. Se volatilizaban cada dos por tres. Al cabo de media hora quedaban treinta de 500, y se dispersaron para salvar sus vidas.
-¿Qué hacemos, les perseguimos o completamos la misión?-preguntó Óscar.
-A mí me gustaría perseguirles-dije-. Al cuerno la misión, nos queda aún mucho tiempo antes de que detonen el anillo.
-Es verdad-dijo el jefe-. Pero si persiguiéndoles encontramos la sala central, autodestrucción y nos largamos.
-Perfecto.-dijimos todos.
Fuimos todo el grupo a la vez. Matamos a 23 antes de encontrar la sala central, donde estaba el resto. Fue sencillo, varios tiros y se volatilizaron todos en su típico polvo naranja. Pusimos la función de autodestrucción y huimos por una de sus salidas de emergencia.
Vimos cómo volaba la base y solicitamos un pelican que nos llevase al siguiente destino.
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Halo: La historia de un Spartan II: La salvación del universo empieza.
Science FictionTras haber derrotado a todos esos covenant, prometeo e indígenas y recibir la mala noticia de que se tienen que ir muy lejos y que sólo volverán a la base si salen victoriosos. De lo que no se darán cuenta es de que el lugar donde supuestamente se i...