Capítulo 4: Aullidos

167 27 5
                                    

Capítulo 4: Aullidos



Luna se quedó petrificada al identificar el árbol. Un vistazo a su alrededor le bastó para comprobar que su mente estaba en lo cierto y no era ninguna alucinación: estaba justamente en el mismo sitio que había visto en su sueño, salvo porque no había ningún chico, lo cual la aliviaba, pero sólo en parte.

Con un miedo creciendo en su interior, comenzó a alejarse de allí mientras daba pasos hacia atrás. Se tropezó con las ramas esparcidas de la hoguera y oyó un sonido a lo lejos que la congeló en su lugar; un aullido resonó en sus oídos, provocando que sin pensar soltara la rama que le proporcionaba luz y corrió de nuevo sobre sus pasos volviendo a adentrarse en el interior del bosque. Corrió con todas sus fuerzas como si su vida dependiera de ello, dudando si así era.

Tropezó y cayó más de una vez, pero se levantaba y volvía a correr.

Los aullidos se seguían oyendo, pero esta vez más cerca, por lo que el miedo de la joven se incrementó, acelerando el ritmo de sus pies.

Cuando llevaba corriendo más de quince minutos paró un momento para recuperar el aliento y darse cuenta de una verdad aplastante: se había perdido, no sabía dónde estaba. Y lo peor era que ahora no sólo escuchaba los aullidos cercanos, sino que podía distinguir pisadas a pocos metros de donde se encontraba, aproximándose hacia ella.

Miró a su alrededor tratando de buscar algún sitio en el que esconderse, pues sabía que correr no le serviría de nada si esa cosa que le perseguía andaba cerca. Para su suerte se le ocurrió la idea de trepar a un árbol, pero comprobó que todos eran muy altos. Desesperada ando mientras buscaba con la mirada algo que le sirviera de escondite, hasta que sus ojos se toparon un pequeño roble lo suficientemente bajo para que pudiera escalarlo con facilidad pero lo suficientemente alto para que ningún animal pudiera subir. Corrió hacia él y comenzó a subir justo cuando veía una sombra salir de entre los árboles. Rápidamente se escondió entre las ramas del roble.

Ahogó un grito cuando detrás de la sombra emergieron tres más, y casi estuvo por caer de la rama del árbol en la que se encontraba cuando se dio cuenta de que las sombras no eran nada más y nada menos que lobos, lobos blancos enormes con ojos negros como el azabache.

Los lobos se pararon justo en el pequeño claro que había debajo del árbol en el que se había escondido Luna. La joven aguantó la respiración con ojos llorosos cuando luego de unos minutos en tensión se fijó en cómo uno de los lobos se acercaba hasta su árbol. Olfateó el tronco de este y con un gruñido miró hacia arriba, escudriñando entre el follaje de las ramas. Sus ojos negros se encontraron directamente con los de la chica, que se quedó petrificada.

El lobo se alejó unos pasos de espaldas al árbol sin cortar la mirada con la joven, la cual no se había movido ni un milímetro. Con un gruñido alertó a sus compañeros y estos dejaron de buscar y fueron hacia el lado del lobo. Uno de ellos avanzó hasta quedar casi a la altura de la primera rama del árbol. Levantó su cabeza y estableció un nuevo contacto visual con la joven, que tenía los ojos llorosos de la impotencia, aterrada y sin poder escapar de esos animales gigantes que en cuanto bajara le podrían hacer cualquier cosa.

De pronto el lobo que la miraba soltó un aullido estremecedor dejando anonadada por un momento a la joven. Cuando vio como minutos después dos siluetas humanas aparecían por detrás de los árboles y se acercaban hacia el claro donde se encontraban los lobos y ella, comenzó a temblar.

Efectivamente, eran dos personas, dos chicos, para ser exactos. No mucho mayores que ella, pero si superarían la mayoría de edad. Los dos tenían el cabello castaño oscuros e iban sin camiseta, por lo que se podían apreciar sus marcados abdominales. Uno de ellos tenía los ojos negros, exactamente igual al de los lobos, pero el otro, algo más alto que el primero, era diferente, algo que sorprendió mucho a Luna: el color de sus ojos era de un dorado brillante que te petrificaba nada más mirarlo.

Clanes de Luna Nueva: Greys © [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora