Al fin llega el bus, me subo y observo a la gente.
Ahí están esos señores que siempre están hablando alto o poniendo música en el móvil a todo volúmen. Y también está esa familia formada por una madre, su hija y su hijo que siempre se sientan en el mismo sitio.
Me siento y veo que haya un sitio para cuando lleguemos a la parada de Laura.
Laura es una de mis más fieles consejeras pero a veces no sé si llega a ser mi amiga porque es un poco fría. Siempre me sorprende su forma de pensar y cómo tiene una opinión muy elaborada de todos los temas (amorosos, políticos, social...). Es de las personas que más me da conversación. A veces me gustaría que fuésemos más cercanos el uno al otro pero nos llevamos bien de esta forma.
Laura se podría decir que es como un témpano de hielo, es fría, dura y se mantiene rígida en sus argumentos pero como todo hielo tiene que haber una forma de derretirla pero todavía no la he encontrado.
El bus llega a su parada, veo como sube, me mira, se dirige hacia mí y se sienta a mi lado.
Nos saludamos y hay un silencio inicial. Pero al contrario que otros silencios éste es agradable, pues la compañía también lo es. Al poco ella empieza a cantar una canción. Es de Oasis, uno de sus grupos favoritos. Como muchas otras veces, empezamos a hablar de los exámenes.
Después de 5 minutos saltamos a otro tema y acabamos hablando de cosas como la guerra de Siria, pero adentrándonos a un nivel que no haría la mayoría de la gente, que suele estar influenciada por los medios de comunicación.
Sea como sea hablar con Laura es como adentrarse en otro mundo, que te absorbe y del que no te apetece salir.