Toca el timbre, son las 8:45.
Subo a mi clase, entro y veo a Carlos. Le pregunto si estudió para el examen y me contesta que más o menos. Carlos es la persona con la que mejor me llevo en clase. En parte es porque somos compañeros de mesa y en parte porque es primo de Laura. Nadie pensaría que son primos. ¡No se parecen en nada!
Ella es rubia (pero no tonta) de pelo claro, liso y corto (al estilo de cierto personaje de dibujos animados del que asegura no haber tomado la idea), ojos azules tan profundos como el océano y piel blanca como la blanca nieve en navidad. En cambio él es de pelo corto, castaño y rizado, ojos verdes-grises y piel color carne. ¡Vamos... como dos gotas de agua! Es más, yo no hubiera sabido que son primos si no llega a ser porque Laura me lo dijo.
Llega el profe de Economía y, como siempre, nos saluda con su ya tan conocido «¡¿Se pueden callar?!». Rápidamente todos nos sentamos y colocamos las mesas para hacer el examen. Le deseo suerte a Carlos y él a mí.
El profe nos entrega los exámenes y todos empezamos a escribir como locos, como si quisieramos devorar la hoja. A los cinco minutos me doy cuenta de que uno de mis compañeros está copiando con una chuleta y que otros dos se están diciendo las respuestas en bajo. Nunca he entendido por qué la gente copia a estas alturas de su vida, en realidad nunca entendí por qué copiaban. Puedo llegar a entender que un chaval copia en primaria o en la ESO para pasar de curso, pero en Bachiller es una burrada que copies porque se supone que sigues aquí porque quieres estudiar.
El problema de estos chicos y chicas es que cuando lleguen a la Universidad seguirán copiando y no aprenderán casi nada. Y yo me pregunto: ¿Cuando un médico esté operando que chuleta va sacar para saber lo que hacer? Y cuando digo médico digo cualquier tipo de trabajo o situación de la vida.
Sigo con mi examen y pienso que el profe debería pillarles copiando, no porque me moleste que saquen mejores notas que yo (que también oye, cada uno tiene su orgullo propio), si no porque les serviría de lección y quizás dejarían de copiar y empezarían a estudiar. Pero son sólo eso. Pensamientos.
Termina la clase y entrego el examen.
La siguiente hora transcurre con normalidad, y sólo cuando vuelve a sonar el timbre termina la calma.
Es la hora. Llegó...