*pasos*
Voy caminando por los estrechos pasillos de la residencia, me paro enfrente de la habitación 317 toco, la puerta se abre lentamente, al abrirse por completo, ahí está él, con su perfecta sonrisa. Espera, retrocedamos un mes antes.
-April tenemos que hablar-me dijo mi madre, mi madre es alta y delgada, tiene un rubio explosivo, la verdad que su físico vale mucho pero su personalidad ni te cuento, es simpática, sociable, risueña y a la hora de la verdad un poco seria, era la típica chica que arrasaba por donde pisaba, bueno que arrasa.
-¿Sí?-Contesté bordemente a mi madre, ya que suponía que me iba a decir, sabía que algún día esto pasaría.-Mamá-le contesté sin a penas dejarle hablar-se lo que me vas a decir
-Hija, aún así me gustaría decirtelo-puso su mano encima de mi mano fría.-Pasado mañana-dijo sin poder hablar-te vas con-dijo tartamudeando-con los servicios sociales
Mi cara se descompuso del todo, sabía que pasaría, como ya he dicho, pero, tan pronto...
Intenté que no se notara mi preocupación, bajé la mirada hacia el suelo, no podía parar de mover la pierna hacia arriba y hacia a bajo, decidida, me levanté y me fuí al jardín, me senté en uno de los columpios que tenía en el jardín, recuerdo que cuando era pequeña lo pasaba genial en este columpio, solo recuerdo momentos bonitos aquí, hasta hace unos años, que empecé a tener problemas y el columpio de la "felicidad" se volvió en el de las melancolías, siempre me iba allí cada vez que me sentía mal o sola.
Después de una media hora, entré a casa, me fuí a mi habitación silenciosamente.
-¿April?
-Hola...mamá-sonreí rapidamente
-¿Qué pasa?
-Nada...-dije cabizbaja, mi madre dio tres pasos hacia delante y se puso a mi lado y me abrazó, la verdad que lo necesitaba, lo ha pasado tantas veces mal por mi, que ya hasta cuando mi madre está mal me culpo a mí, la verdad que siempre ha sido un ejemplo a seguir para mí, pero con mi "trastorno" no le he podido expresar tantas veces que la quiero.
Al día siguiente llamé a mi mejor amiga Madison Willson, no os he hablado de ella, pero, es pelirroja, alta, delgada, tiene buen físico, siempre ha sido mi ejemplo a seguir y la personalidad me encanta, ella está estudiando para psicóloga, la verdad me encanta los consejos que da, y sé de que os hablo, porque ella ha sido de las únicas personas que me ha entendido y me ha apollado, la conozco desde los 14 años, caímos juntas en la misma clase, ya más adelante os contaré detalladamente la historia, y nos hicimos amigas inseparable, hasta el día de hoy y hasta el último de nuestros días, nunca me he imaginado una vida sin ella y ni me la imagino. Cuando oí su voz de fondo le conté lo de los servicios sociales.
-¿Y a dónde te trasladan?-dijo con la voz temblándole, hasta que se echó a llorar, cosa que me contajió
-Seguiré aquí en Madrid, pero, no creo que me dejen salir mucho...
-Tía-dijo tranquilizándose-Cuando sepas controlarte te dejaran salir a demás te queda un año para ser mayor de edad, solo tenemos que esperar un año ¿vale? Después nadie nos va a separar y tú te vas a curar.
-Te quiero tía, gracias, te voy a hechar de menos, no me imagino un año sin ti, a saber que tipo de gente hay allí, solo quiero que pase rápido
-Seguro, ¿prometes que te curarás?
-Te lo prometo-en el otro lado del teléfono se oyó un suspiro de alivio
-Me tengo que ir, mañana iré con tu madre y contigo a despedirte
-Vale, hasta mañana.
-Hasta mañana.
Dejé el móvil en la mesa, me metí en mi música y puse mi disco favorito "Terral" de Pablo Alborán. Mientras que escuchaba el disco me puse a hacer mi maleta, mi madre me ayudó, a hacerla.
Miré el reloj, las nueve y cuarto, ya había terminado de preparar las cosas, ya solo había que esperar a mañana.(En multimedia Madison Willson)