Para empezar

48 6 0
                                    

Y si, de nuevo aquí, en este manicomio, encerrada en 4 paredes, todavía no puedo creer que tengo que visitar al aburrido de mi tío en el geriátrico, estaba harta de lidiar con personas así no los soportaba. El tiene 54 años, tubo varios episodios de esquizofrenia y su familia en lugar de apoyarlo, lo colocó aquí, y si lo colocó, y eso es suave, porque mas bien lo tiro en este lugar. En fin, yo tenia que visitarlo y darle cariño, ya que nadie lo quería por su terrible enfermedad, que misterio no? Como son aveces las personas, tan crueles y frías, sin corazón, ni sus hijos lo visitaban. Es aburrido pero es tan buena persona, tan humilde y sincerio, es adorable a pasar de todo.

Llegué a mi casa como todos los jueves después de visitar a mi tio, y ahí estaba tirado, ebrio, con su vida pasándolo por encima, sin un rumbo, sin un futuro.
- Llegas temprano- dijo entre dientes debido a sus litros de quien sabe que bebida alcohólica encima.
-Si, el tío estaba cansado y decidió ir a dormir... Traje algo de comer- le dije furiosa, arrojándole la bolsa que le traje del mercadito de comida rápida
- Gracias! Si no es por ti, en esta casa nadie me alimenta, no ves? Para algo si sirves- dijo entre risas. No dije nada y me dirijí a la cocina a lavar los platos de la noche anterior.
-Bahh!, no sabes ni comprar una hamburguesa! Sabes que no me gusta con mayonesa y con tomate! Sos una inútil Franccesa.- gruñó mi padre desde el comedor.
- No me trates así, no tienes derecho, mira por lo que te enfureses!- le dije gritando, caminando hacia él.
-Veni para acá muchachita!- me dijo tomandome con una mano mi cabello y con la otra mi brazo. Ya lo tenia lastimado por una quemadura que me había hecho la semana pasada.
- Soltame mounstro!- le grité desesperada.
- Soy tu padre, hablame con respeto- me dijo, pegándole un puñetaso en la nariz.
Esa noche durmió en el sillón del living, yo me acosté en mi habitación y me dormí enseguida, al otro día tenia que ir a la escuela.
Me levanté y bajé con cautelo para no despertar a mi papá, desayune y me encamine al colegio. Era un hermoso colegio, era mi hogar. Tenia una sola amiga, Lourdes, era como mi hermana, compartimos todo, nuestra infancia nos la pasamos juntas, casi siempre iba yo a su casa, me avergonzaba de mi padre , no queria que tuviera uno de sus arranques adelante de ella. Era un día hermoso, el sol brillaba, las aves te deleitaban con su dulce cantar y el cielo azul que cubría este terrible infierno. Llegué al colegio y me dirijia a mi primer clase, Matemática, ayyy odiaba esa clase, cuentas y números y problemas, mas problemas, para qué?
- Fraaaan!!- gritó una dulce voz a lo lejos.
-Lourdes, amiga!, qué haces tan temprano aquí?- le dije apagada, era raro que estuviera a esta ahora en la escuela, la odiaba y si podía destruirla lo haría.
-Arriba el ánimo, vamos que hoy a la noche tenemos un compromiso, no podemos faltar- dijo exaltada, era una chica muy hiperactiva, siempre estaba entusiasmada, además de que era preciosa, tenia un cuerpo bellísimo y su belleza facial acompañaba a su belleza interior, era una persona única, con un corazón enorme.
-Podemos?, ya me incluyes en tus líos, ya te dije, mi papá no me va a dejar, además la última vez no termino bien, y lo sabes- murmure con una sonrisa.
- Es parte del pasado, sabes que no me controlo cuando salgo, empiezo a beber y no paro, perdona, no volverá a pasar- dijo seria. Ella sabía que yo odiaba el alcohol.
- Esta bien, pero entremos a clase y después me cuentas lo que planeas para hoy- le dije tomandola de la muñeca mientras corría hacia clases.

Cuando salga el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora