Kaori

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Oh, por el amor de Dios. Llevábamos más de siete semanas en una de las mejores universidades de Seúl, y todavía no habíamos formado grupo con nadie. ¿Dónde quedaron mis sueños de triunfar allí? Se esfumaron nada más pisar suelo coreano. Siempre me ocurría lo mismo cuando se trataba de dar un paso importante en mi vida. Y eso que un día antes estuve dándole la vara a mi amiga Momo con el tema. Pobre; lo que tuvo que aguantar incluso dentro del avión. Pero, ¿a quién pretendo engañar? Ella también estaba muy emocionada, y verla así me hacía muy feliz a mí. Cuando una gritaba, la otra la imitaba con más ganas.

Siendo sincera, me alegró muchísimo que fuese ella la persona que emprendería este viaje tan importante junto a mí. Después de todo, era un país totalmente desconocido y un nuevo idioma. Que, aunque ambas hablásemos coreano fluidamente, tener un apoyo de tu tierra no estaba de más. Aparte, solamente había dos plazas libres y fue una suerte que nos tocase a nosotras dos. Mucha suerte. ¿Obra del diablo? Tal vez.

Dejando los recuerdos de lado, nos encontrábamos en uno de los extensos jardines del campus, sentadas sobre el césped. Por su olor, recientemente segado. En esa zona, el sol brillaba potente; mas no era molesto, sino agradable. No hacía frío ni calor. Lo que allí era extraño, siendo mediados de noviembre.

―Y entonces él la elevó en brazos y... ¡Momo! ―Le pasé la mano derecha frente a su cara. Algo me decía que no me había estado prestado atención, mientras le contaba mis escenas favoritas de aquella película romántica que vi el otro día en mi móvil―. ¿Estás conmigo o en otro planeta?

―¿Eh? ―Ella, de repente, ladeó la cabeza para mirarme. Sí. Definitivamente, no se enteró de la película. Nunca, mejor dicho―. Oh, disculpa. Es que estaba... ―Me fijé un poco más, y ella, discretamente, desviaba la mirada hacia otro punto del lugar, sin terminar de hablar. Volvía a ignorarme.

―Y entonces, Jimin elevó a Momo en brazos y se fundieron en un tierno be... ―Me cubrió la boca rápidamente. Colocó su dedo índice sobre sus labios y me chistó. Yo reí y aparté su mano de mi rostro―. Al parecer, prefieres esta versión de la película... Te has puesto roja ―Quiso protestar, pero interrumpí―. Momo, has estado mirando al chico desde que ha ido de esa puerta ―la señalé. Estaba muy lejos― hasta esa otra. ―Señalé una que quedaba más cerca de nosotras.

―Eso no es cierto. Solo intentaba descifrar la forma de cada nube ―dijo, elevando la vista al cielo―. ¡Y no! Ninguna tenía la forma de Park Jimin ―respondió, después de que me pusiera a mover las cejas y a hacerle muecas juguetonas para picarla―. No tienes derecho a juzgarme cuando sabes que tú haces lo mismo con su amigo ―me reprochó con un dedo acusador. Vale, eso me abofeteó mil veces el corazón. Atrapé su dedo y negué con la cabeza.

―Volvamos a nuestro trabajo. Se hará la hora, y aquí seguimos sin llegar a la mitad de él. ―Puse total atención a mi cuaderno, pero todavía sentía su mirada recordándome que yo también me perdía cuando se trataba de Kim Tae Hyung.


...


Quedaba una hora para irnos a casa. El día transcurrió increíblemente tranquilo. Bueno, no es que pasasen cosas maravillosas siempre. Pocas... Ninguna. Como la tercera hora no la compartía con Momo, nos despedimos y nos fuimos a nuestras respectivas clases. Fue complicado pillar sitio, ya que la gente se sentaba donde se le venía en gana cuando entraban. Fue una suerte que no se sentase nadie a mi lado... Hasta que un chico lo hizo.

Jeon Jung Kook. El muchacho que en cualquier sitio o situación que te lo encontrases seguía con su expresión seria y serena. No podía hablar así de él porque no lo conocía personalmente, pero esa era la única sensación que me daba. Todavía no le había visto cambiando la cara. Aunque era de lo más guapo; eso sí. El chaval se veía fuerte y tenía la altura perfecta. Y su peinado... ¡Ese color medio morado y ese corte que traía sí eran perfectos!

Basta de hablar de Jeon. Pareciera que estoy obsesionada con el pobre.

Inconscientemente, le observé por el rabillo del ojo. Me arrepentí de inmediato. Él también me estaba mirando.

―Ella ―susurró en voz baja. Asintió con la cabeza, y mantuvimos el contacto visual por unos segundos más. Yo fui la que se rindió.

―¿Ella? ―cuestioné, repitiendo la palabra. No entendí a qué se refería.

―Sí, ella ―dijo nuevamente, tocando la pantalla de mi móvil. ¿Por cuánto tiempo estuvo encendida? Jung Kook señalaba la cara de Momo. Estábamos ella y yo de fondo de pantalla.

―¿Momo? ¿Qué tiene?

―Nada ―me confundió muchísimo más. Con una ceja en alza bloqueé el aparato.

¿Qué ocurría con Momo? ¿Por qué el chico se comportaba de manera tan extraña? ¿Por qué las arañas no me gustaban nada?


...


―¡Kaori, Kaori, Kaoriiii! ―escuché la voz de Momo y unos pasos apresurados. Yo estaba apoyada sobre el marco de la puerta de salida, esperándola. Me puse recta cuando la vi acercarse a mí y la recibí con una sonrisa. Ella me tomó de las manos, agitada. Pensé que sería por correr, pero no―. ¡Kaori, debes escuchar atentamente lo que te voy a contar! Verás. Jenn y su grupo...

A night to remember © ➳ Park Jimin & Kim Tae Hyung || ANTR #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora