CAPÍTULO NUEVE: CARGA.

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Jase.

Me despierto con su nombre en la boca, no sé si lo grite o si lo susurré pero lo sentí en mis labios. Jace, un nombre tan corto y con tantas emociones, sentimientos y sucesos. El sueño fue extraño. Me veía parada en un lugar amplio, era como si la tierra estuviera desolada, solitaria. En el suelo se podía observar tierra fresca y húmeda, con césped raro, esparcido casualmente. Me sentía en una especia de paraíso, era todo tan lindo, grande, espacioso. Habían imperfecciones de tierra y montañas no tan grandes. En el sueño decido dar un paseo por el lugar, y puedo ver como una especia de ola de tierra, que no llega a cerrarse totalmente, congelada en el aire. Decido subirme y me pongo el borde de esta, observo todo. Un paisaje hermoso, bello. Tengo las ganas de tirarme y sentir el viento impactar contra mi rostro.

El cielo me encanta, "se puede ver el mar", no en el sentido literal. Es como si, mientras más te quedas mirando, más profundo es. Causa una extraña sensación en la vista lo cuál hace que me frote los ojos. Un cielo tan profundo e infinito. Cuando bajo la mirada, a unos 20 metros al frente mío, en la tierra, puedo ver a un chico. Bajo despacio de la ola de tierra y me acerco el sujeto. Está de espaldas y su cabello me es tan familiar. 

-Jace.-Le digo, y de pronto, me emociono, mi sonrisa es un reflejo claro de alegría pura. Voy corriendo a abrazarlo pero se voltea y su expresión me impacta, como una cachetada.

-No te me acerques.-Me dice y retrocede unos pasos. Tiene la cara pintada de miedo y los ojos azules están más azules que nunca. No me di cuenta de un detalle: sus manos irradian el aura azul que una vez pude ver en él. Las levanta y me las enseña.

-Jace, ¿que pasa?-Le pregunto preocupada, verlo así me destroza. Jace siempre sonreía, siempre feliz, nunca con miedo. Nunca así. 

-Tú, me hiciste esto...-Y su voz y su cara cambian, ya no es miedo, es ira. Baja las manos y las pone a los costados, las presiona y siento su tensión, su cabeza está firme y su mirada fija en mí. Nunca lo vi tan molesto. Nunca lo vi molesto.-Escúchame bien, Margo, fue muy egocéntrico lo que hiciste, y ahora estoy maldito! No quiero volverte a ver, en la vida, espero que nunca me encuentres!

Ahí acaba el sueño. Todo se me es tan confuso. ¿Qué hacía yo ahí? ¿Que hacía Jace ahí?¿Qué es exactamente ahí?¿A qué vino toda ese miedo y luego esa furia?¿A qué se refería con encontrarlo?¿Está escondido? Siempre supe que Jace era como yo, pero era algo explícito, nunca hablábamos  del tema, él sabía lo mío, sí, pero nunca salía a luz el tema. ¿Encontrarlo? imposible, está muerto, lo vi...

Muerto.

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No pude dormir y seguí sin hacerlo, y luego amaneció. La luz penetró por mi ventana y alumbró mi rostro. Luz, hace que todo brille y se vea resplandeciente, incluso si no lo es. Decido ir a tomar desayuno y lo preparo. Tortilla y jugo de mango, favorito de mi papá. Saco dos platos y pongo la mesa, cuando ya está todo acomodado en esta, llamo a mi papá.

-Papá, ya está el desayuno!-Pero no escucho respuesta alguna así que opto por subir las escaleras a su habitación. Cuando llego, encuentro la puerta abierta, entro y veo la cama tendida. Así que no durmió... otra vez. Ya no me sorprende, casi siempre se duerme en su oficina en el laboratorio o en la de nuestra casa. Podría estar ahí. 

Bajo las escaleras y voy hacia su oficina. Recuerdo una vez, hace tres años, que no despertó por un día entero, se la pasó en cama. Lo único que podía escuchar de su boca eran gemidos. Llamé a un doctor y me dijo de que tenía como una especie de cansancio extremo, pero me dijo que solo tendría que reposar. Desde eso ya no me sorprende. 

Cuando entro lo veo en su escritorio revisando unos papeles con interés. Me es increíble lo mucho que una persona puede degradarse por las situaciones que esta pasa. Mi padre descubrió una forma de expresar su pérdida, escogió el trabajo. Antes sonreía, ahora está tenso y preocupado. No se percata de que estoy presente en la habitación así que hago un sonido en la garganta para que me escuche.

-Oh, cariño, siéntate.-Me dice, se para y acomoda la silla para que pueda sentarme.

-Papá, hice el desayuno, está listo...-Le digo pero veo un pañuelo en su escritorio que me sorprendió con qué estaba cubierto.- ¿eso es sangre?-Rápidamente coge el pañuelo y lo guarda en su traje. 

-No importa, tuve una herida en la boca y, bueno...

-No. 

-¿No qué?-Me pregunta anonadado.

-No tuviste una herida, solamente. ¿Sabes?, ya no puedes estar ocultándome todo lo que haces, te dejo sacar mi sangre, te encierras en tu infierno de información, y no me dices qué mierda pasa... Desde que murió mamá...-Me interrumpe.

-¡No es momento para mencionarla!-Me grita.

-¡Oh, sí que lo es!, ya me harté de desconocerte. Puedo fingir que todo está bien y que tú estás bien, pero la verdad no es así, te desconozco papá. Si pudiera acercarme más a ti y... no sé, aprender de lo que haces, podría estar más tiempo contigo, ayudarte... ¡Pero tú prefieres cargar con todo y hacer de cuenta de que no tienes una hija!-Le grito tan furiosa que mis venas se hinchan.

-Querida... sé que, no la estoy pasando muy bien... y estuve pensando en la propuesta que me hiciste hace mucho... ¿quieres trabajar conmigo no? Empiezas mañana, te espero mañana a las tres de la tarde en el laboratorio.

-¿Qué?-Le pregunto. Después de todo lo que le dije, ¿así de fácil es?

-Me tengo que ir, mañana a las tres. Nos vemos mi amor.

Se levanta, coge su maletín y me da un beso en la frente. Luego sale por la puerta de su despacho y luego por la puerta de nuestra casa, dejándome anonadada. 

  ¿Lo logré?

 



Conectados: Conecta tu cuerpo al límite.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora